Han pasado más de 7 meses desde que Karen Bravo, una joven venezolana de 27 años, fue asesinada en Pedro Carbo, provincia de Guayas. La policía señala que fue baleada por sujetos desconocidos.
Las Warmis.- Karen fue asesinada en su vivienda, el 27 de agosto de 2022. Ese día recibió una llamada, abrió la puerta y recibió 6 disparos. Los sicarios cometieron el delito frente a los hijos de la víctima.
A la distancia, su madre, Adelaida Aponte grita por justicia, pues aunque no hay pistas de quienes dispararon contra su hija, ella está segura de que se trataría de un femicidio.
Un mes antes del ataque, Karen hizo una denuncia en la Fiscalía por las amenazas que venía recibiendo desde hace más de un año de parte de Danilo Castro Alvarado, quien en esa ocasión la agredió con una piedra en la cabeza.
“No le dieron medidas de protección, el fiscal debió haber medido el riesgo que ella tenía, porque ya había pasado por todas las etapas, y estaba en riesgo inminente de femicidio”, reclama.
Precisamente, el mapa que la Fundación ALDEA levanta sobre el delito de femicidio en Ecuador, delata la falta de protección hacia las mujeres, pues de las 332 víctimas de femicidio del año 2022, 48 reportaron antecedentes de violencia, y por lo menos 9 de ellas tenían una boleta de auxilio.
En este caso, no hubo ninguna diligencia motivada por las lesiones que sufrió Karen. “Ni si quiera, en vida (de su hija) lo buscaron, lo citaron, y después de muerta mi hija, menos, no han hecho absolutamente nada”, asegura Aponte.
Adelaida narra con mucha tristeza que su hija llegó a Ecuador hace cuatro años. Karen enviudó cuando su tercer hijo cumplió un mes de vida, desde entonces fue acosada para tener una relación sentimental, que no aceptó.
Debido a las amenazas, Karen tuvo que mudarse en varias ocasiones, incluso le había comentado a su madre que quería regresar a su país.
Por eso sorprende, que a pesar de todos los antecedentes y denuncias realizadas, la Fiscalía no está persiguiendo el delito como femicidio, como lo establece el protocolo nacional para investigar femicidios y otras muertes violentas de mujeres y niñas.
Adelaida es una madre coraje, que a la distancia intenta mover a las autoridades para que no se deje impune este femicidio. Exige mayor celeridad en las investigaciones de Fiscalía y DINASED, y exhorta al consulado de Venezuela en Guayaquil, a brindarle su apoyo.
“Yo llamo al fiscal, y no me responde, llamo a la DINASED y si me responden”, asegura. Sin embargo siente frustración de que las diligencias no son suficientes y no hay resultados, pues ni si quiera se ha tomado la versión del principal sospechoso.
Mientras tanto, Adelaida acaricia los recuerdos de su hija, una joven estudiante de enfermería de la Universidad Central de Venezuela, una mujer migrante, madre de tres niños, quienes también lloran su ausencia.