Editorial de Radio Pichincha
Todo indica que la operación política gubernamental para salvar a Guillermo Lasso, del sábado para acá, ha sido intensa y parcialmente provechosa.
Bastaría con escuchar al asambleísta Salvador Quishpe o al líder de la Izquierda Democrática, Guillermo Herrera, para entender que el Gobierno sabe con quién apuesta, con quién negocia y con quién mueve las fichas en el Parlamento.
Esos asambleístas juegan con la fe pública, con su propia militancia y con ciertos principios básicos de la decencia política. Ninguno de ellos, en sus discursos del sábado hablaron de la calidad del informe de la comisión del caso El Gran Padrino. Claro, como hablan para la tarima, desde cierta moralidad, ahora creen que pueden decir cualquier cosa.
Pero hay algo más: el cálculo de esas “personalidades” ya es conocido, su tradicional alianza con el Gobierno ha sido el modo de flotar no solo desde la ambigüedad sino desde la absurda y perversa mojigatería.
Y no es que sean señalamientos personales porque ya tienen un historial bastante espeso y falseta, sino que comprometen a sus organizaciones políticas, a las que las están hipotecando en su ya desgastado prestigio. No se trata de cuestionarlos porque sean gobiernistas, sino porque no se entiende que de un lado quieran supuestamente salvar la democracia y del otro quieren solapar la corrupción y los casos de narcotráfico expuestos en detalle en el informe.
En esta emisora, el asambleísta Luis Almeida denunció que hay colegas suyos de Pachakutik que han hecho contratos con el Gobierno, a través de sus empresas privadas, de seguridad en particular, que da servicio a Petroecuador. Entonces, ¿dónde están esos periodistas de investigación, esos portales digitales que parecería juegan a uno de los bandos en disputa, por ciertas cuotas o jugosos negocios?
No nos vamos a cansar de insistir: ECUADOR NECESITA UN BAÑO DE VERDAD. Y ello implica que el Gobierno hable claro, que nos cuente a todos y todas con quién hace negocios para contar con votos en la Asamblea, de qué modo implementa mecanismos de presión para que jueces de la Corte Constitucional o los consejeros del Consejo de Participación hagan lo que a su conveniencia y capricho les hace falta.
Mientras sigamos en la opacidad y el engaño, la inestabilidad será latente, permanente y sin ningún cambio de fondo a favor de una gobernabilidad sensata.
Se nota que Guillermo Lasso sabe jugar al póker, con mucho dinero y con unas habilidades innatas para no hablar de frente y afrontar con responsabilidad pública cada una de sus actuaciones. Pero pedir peras al olmo es algo que ya queda muy asentado en el imaginario del Ecuador.
Que eso lo crean y se hagan eco los medios y periodistas aliados es otro cuento. Aquí nos hace falta un verdadero baño de verdad. PUNTO