El testimonio de Adriano es un relato doloroso de las sombras que acechan a muchos ídolos del deporte.
Punto Noticias.- En un testimonio revelador publicado en The Players Tribune, Adriano, el icónico delantero brasileño, habló sobre las luchas que marcaron su vida y su carrera.
En sus propias palabras, se describe como «el mayor desperdicio del fútbol», un hombre atrapado entre el brillo de la promesa y la frustración de no haber alcanzado su máximo potencial.
A través de su relato, Adriano reflexionó sobre cómo el éxito temprano en Europa terminó por ser eclipsado por sus batallas internas: depresión, alcoholismo y un profundo sentimiento de soledad.
En su relato, el «Emperador» cuenta cómo llegó a Europa como una estrella en ascenso, pero la adaptación a la vida en Milán le resultó mucho más difícil de lo que imaginaba. «Una de las cosas que más me sorprendió cuando me mudé a Europa fue que las calles estaban en silencio. La gente no se saluda. Todos se mantienen separados», recuerda.
La primera Navidad que pasó lejos de su familia fue particularmente dura: «Estaba solo en mi apartamento. Hace mucho frío en Milán, las calles estaban desiertas. La depresión me golpeó fuerte, era como si todo lo oscuro y frío de la ciudad entrara en mí».
💔🇧🇷 Ufff, es fuertísimo este testimonio de ADRIANO sobre toda su vida y su carrera:
“Sé lo que se siente ser una promesa, y también una promesa incumplida. Yo soy el mayor desperdicio del fútbol.
Me gusta esa palabra: ‘desperdicio’, porque estoy obsesionado con desperdiciar mi… pic.twitter.com/l3caSuI4X9
— Sudanalytics (@sudanalytics_) November 12, 2024
A través de una llamada telefónica con su madre, escuchó el bullicio de la Navidad en Brasil, el sonido de los tambores de su tía y las risas de su familia. «Podía ver la escena frente a mí con solo escuchar el ruido por teléfono. Maldita sea, comencé a llorar de inmediato».
La soledad se convirtió en una constante en su vida, a pesar de la fama que había alcanzado en Europa. «Me llamaban ‘Emperador’, pero yo no entendía cómo podía ser un tipo de favela, que había dejado todo atrás para llegar a Europa, y ahora estaba perdido en esa vida. Tal vez hice algunas cosas bien, pero no logré lo que la gente esperaba de mí».
Adriano no estaba preparado para el vacío emocional que vino con el cambio de ambiente, y a pesar de los intentos de adaptarse, la tristeza y el dolor siempre lo acompañaron. «Fui a cenar con Seedorf y su esposa, pero me sentía tan desconectado. Quería estar en Río de Janeiro, estar con mi familia, con la gente que me entendía».
El alcohol se convirtió en una forma de lidiar con la incomodidad de su vida en Italia, pero nunca pudo escapar de sus demonios. «Lloré toda la noche, me desmayé en el sofá porque bebí mucho y lloré. Intenté hacer lo que la gente quería, pero no podía. No podía ser feliz».
En sus momentos de desesperación, Adriano habló con Roberto Mancini y José Mourinho, pero las recaídas continuaban. «Intenté entrenar, evitar el alcohol, pero siempre volvía. No pude soportarlo más». Las críticas de la prensa y los aficionados, que no comprendían su sufrimiento, lo hirieron profundamente. «Me llamaban un tonto, decían que había renunciado a millones de euros por nada, pero no entendían que yo no me encontraba bien».
En el cierre de su testimonio, Adriano habla de su regreso a su lugar de origen, Vila Cruzeiro, en Río de Janeiro, donde finalmente encontró algo de paz. «Aquí me respetan verdaderamente. Aquí me encuentro conmigo mismo, caminando descalzo y sin camiseta, jugando al dominó, recordando mi infancia. Aquí no hay presión, sólo la esencia de lo que soy».
Para él, su favela es mucho más que un lugar, es su refugio emocional, el único sitio donde puede ser él mismo sin las expectativas del mundo exterior. «Vila Cruzeiro no es el mejor lugar del mundo, pero es mi lugar», afirma con convicción.
Este testimonio de Adriano es un relato doloroso de las sombras que acechan a muchos ídolos del deporte. A pesar de la fama y los logros, muchos de ellos luchan con batallas internas invisibles para el público.