Editorial de Radio Pichincha
Ya no tenemos cómo expresar la enorme preocupación que causa el modo de gobernar de Daniel Noboa. En perspectiva, muchos se ilusionaron con su llegada. Pocos vimos con sospecha ese arribo y los primeros pasos dados después de la elección y tras la posesión.
Por más que se esfuerce en quererse mostrar como un político de “nueva cepa”, con “juventud y vigor”, entre otras cosas, los hechos dicen mucho más y no necesariamente coinciden con ese relato. Y, como se dice vulgarmente, “no es un asunto personal”.
No es que se lo critique por ser Daniel Noboa Azin. Sino porque es el Presidente de la República del Ecuador y con sus actuaciones, decisiones o inacciones. Incluso, lo que haga su familia, su esposa, su madre, su padre, sus amigos y amigas, más aún si algunos o algunas de ellas son ministras o ministros.
Hemos llegado al punto de temer por todo lo que pasa al siguiente día si el anterior comprobamos que lo dicho en un momento es mentira en otro, que la medida anunciada no se cumple y las ofertas que se hacen no se concretan.
Y en ese “vaivén” el país sigue a la deriva. No vamos a hacer el glosario o la lista de mentiras, ofrecimientos y promesas porque el espacio no alcanza, pero si hay un hilo común: por más que se confirman que son mentiras, NUNCA SE CORRIGEN, SE PIDE DISCULPAS O SE ASUME QUE FUE UN ERROR.
Por ejemplo, siendo un tema sensible, que ya no se puede seguir socapando es el proceso en contra de la exministra de Energía, Andrea Arrobo Peña.
En una carta pública ella ha expuesto todos los elementos que en su defensa hablan de lo que pidió hacer para evitar los apagones y nunca se cumplió. Por tanto, de ser así es una revelación grave que ya de sí daría no solo para un juicio contra ella, que ya está en la Asamblea, sino para citar al Presidente Noboa a que hable del asunto, ya sea en un medio, una entrevista, en una comparecencia en la Asamblea o donde sea.
Y en lo sustancial dice: “Si le enseño al país los chats entre el Presidente de la República (Daniel Noboa) y yo en los que le informo de la crisis energética; si les pruebo como insistí en hacerlo público para que la ciudadanía esté preparada y poder controlar los racionamientos; si la ciudadanía se da cuenta de que me prohibieron hablar y hasta me cancelaron la rueda de prensa que preparé, entonces mi vida y la de mi familia habrá acabado”.
Así de dramático es el tema: MI VIDA Y LA DE MI FAMILIA SE HABRÁ ACABADO, dice. Y lo dice no una correísta o alguien de la oposición, sino quien fue escogida por Noboa para ser su ministra, así como Verónica Abad fue escogida por él para ser Vicepresidenta. Lo dice con dolor y con un temor enorme.
Por todo esto, estamos frente a un fenómeno político muy complejo, que ciertas encuestadoras quieren ocultar en sus cifras maquillantes y maquilladoras, influencers, periodistas y medios que solo trabajan para el poder porque de él reciben las mejores canonjías. ¿Cómo no va a defender al Gobierno un tal Carlos Vera si le pagan 11 mil dólares por sus servicios o un Rafael Cuesta con 7 mil dólares por hacer reportajes contra los adversarios políticos de Daniel Noboa?
De verdad, así no se puede, no se puede tener mentiras a diarios, persecución a mansalva y un aparato para que todo eso sea “travestido” como un mensaje del nuevo país, cuando en realidad es el del peor de los países. PUNTO