Entre maletas apiladas, decenas de familias de inmigrantes venezolanos, encontraron en los fríos corredores de un estacionamiento en el terminal terrestre de Carcelén, un refugio mientras deciden qué hacer con sus vidas, una vez que se vieron obligados a abandonar su país.
Jóvenes, adultos, madres con hijos; todos, compartiendo la misma tragedia, padeciendo hambre, frío, enfermedades y el dolor del desarraigo. Unos vienen con la intención de quedarse; mientras que otros esperan continuar hacia Perú, Chile o Brasil.
Iniciaron su viaje vía terrestre cruzando Colombia. La larga travesía ha afectado su ya malhadada salud. Conscientes de la situación, un equipo de la Unidad de Movilidad Humana, encabezado por su directora Giovanna Tipán y médicos de Misión Pichincha, acudieron al sitio para realizar un diagnóstico general.
La doctora Dolores Vargas indicó que estas personas presentan enfermedades típicas por el hacinamiento y la falta de aseo. “Padecen, sobre todo, problemas como Escabiosis (sarna), también es común la presencia de hongos. Muchos llegan con ampollas y llagas debido a las largas caminatas. Así también, han sufrido quemaduras de sol, ojos inflamados, problemas gastrointestinales y de vías respiratorias; y, en muchos de ellos, los síntomas de desnutrición son evidentes”, explicó.
La solidaridad se ha puesto de manifiesto en el terminal terrestre de Carcelén. Conductores, vendedores y otras familias del sector, les han proporcionado alimentos y mercadería para vender.
“Con el dinero que pueden obtener de la venta de caramelos y otros productos, ellos pueden reunir los dólares para llegar hasta Huaquillas y de ahí pasar a Perú. Es por eso que el número de personas varía constantemente. A veces, en la noche dejo unas 50 personas y a la mañana siguiente me encuentro con 80”, asegura el venezolano Omar Acosta, voluntario.
Quienes tienen la intención de quedarse salen en busca de trabajo. Es el caso de Faustino, de 38 años. Con los labios agrietados a causa del frío, Faustino cuenta que dejó a su madre enferma en el Estado Bolívar, su padre falleció meses atrás por falta de atención médica. “Yo quiero quedarme en Ecuador y espero poder conseguir un empleo para poder ayudar a mi madre”.
El Gobierno de Pichincha entregó vituallas, colchones, kits de aseo y otros implementos y continuará con la asistencia médica. Por su parte, la directora Tipán, estableció contacto con las empresas Telefónica y Unilimpio y con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) quienes se unirán a esta campaña de solidaridad.
Elaborado por Baby Bustamante – Periodista de la Unidad de Movilidad Humana – Gobierno de Pichincha