Editorial de Radio Pichincha
República Dominicana es un hermoso país del Caribe. Tiene hermosas playas, un clima agradable, rica comida y un pueblo lleno de pasiones con una cultura extraordinaria.
¿Quién no quisiera estar por allá ahora que en Ecuador hay inundaciones por doquier, inseguridad horrible y un Gobierno ausente? Cualquiera quisiera estar por allá para disipar este calvario diario que es vivir en este país que hace pocos años se perfilaba como uno de los más desarrollados de la región y con grandes expectativas de bienestar.
Y más lindo es viajar en avión presidencial, sin controles, sin escalas, sin la burocracia para cruzar las fronteras. Una maravilla que da envidia. Viajar en ese avión que, para un personaje político, cuando era candidato, era un lujo de los socialistas y que él de llegar a la Presidencia lo iba a vender de inmediato, que con esa plata iba a resolver el problema de la desnutrición infantil.
Peor aún, viajar a pretexto de una cumbre y que no se haga nada, no se saque nada, que no sirva de nada gastarse la plata del pueblo ecuatoriano que ahora pasa por graves dificultades. Imaginemos un minuto cuánto se podría ayudar a las familias de Puerto Bolívar con la plata que se gasta una delegación gubernamental en un paseíto por República Dominicana. Posiblemente también sería mucha plata para aquellas familias que viven con 92 dólares mensuales, tal como lo destacamos ayer en nuestro noticiero.
Pero bueno, estamos hablando con toda la ironía del caso cuando en realidad deberíamos llorar por el significado que tiene dejar el país cuando las calles y las carreteras, sin mantenimiento, se despedazan. Y peor cuando por un terremoto hay decenas de escuelas sin atención inmediata, reparación o construcción de nuevas unidades educativas.
¿No es una grosería para la dignidad de un pueblo que su presidente se vaya al Caribe? Bueno, pero a lo mejor da igual, estando aquí tampoco ayuda mucho. PUNTO