Editorial de Radio Pichincha
La novena masacre en menos de dos años, la séptima en este gobierno y alrededor de 400 presos asesinados no ha sido suficiente y demasiada carnicería para que Guillermo Lasso tome acciones en calidad de gobernante. En septiembre del año pasado PROMETIÓ, REJURÓ Y HASTA SACRAMENTÓ que no le temblaría la mano para acabar con el crimen organizado y las mafias en las cárceles, pero…
El lunes por la noche, un año y pico después de esa declaración, ahora con un periodista cheerleader, que aplaude a su candidato y ahora presidente, que gana un sueldazo en el canal incautado, Guillermo Lasso Mendoza REVELÓ que ya tiene -por fin- un plan “espectacular” para acabar con la crisis carcelaria y la inseguridad en todo el país.
Dijo, muy solvente, muy candidato, muy marketinero: “Aquí está toda la estrategia y toda la táctica necesaria para recuperar la seguridad y la paz en Ecuador”.
Si le tomamos en serio, como corresponde, al Presidente de la República, entonces ¿podemos ir a dormir en paz? ¿Con toda “la estrategia y táctica” ya es más que suficiente para acabar con los crímenes del sicariato, de las masacres carcelarias, con las vacunas y con los asaltos y robos? Algo más: ¿Ya no tendremos narcogenerales, policías activos en las bandas criminales, con vinculaciones con negocios de piramidación?
Asumamos que lo dice en serio y que no hay motivo para dudar de su palabra. Digamos que todo el gobierno trabaja para este propósito. Entonces, ¿por qué ayer su ministro del Interior, el gobernador de Cotopaxi, el director de las cárceles y sus amigos de la mafia mediática no podían explicar por qué la cárcel de Latacunga seguía bajo el poder y el control de Los Lobos?
En la práctica, podrán tener un bonito papel, librito o folleto, bien impreso y bastante bien diseñado (porque para eso si hay plata), pero parece que el problema está en otra parte. Y lo decimos desde ahora, esperando respuestas oficiales: no hay capacidad operativa, menos aún cuadros directivos y una buena asesoría para neutralizar a las bandas criminales que controlan las cárceles y también las calles donde se trafica con droga y otros bienes. No hay ministros preparados para ello. Basta ver al “Capi Zapata” pedir tiempo, confianza y un poquito de ayuda para entender que no se verán resultados concretos y positivos en el corto plazo.
Y siempre salta la duda cada vez más robusta: Si con presos, encerrados en una cárcel, con vallas, muros, alambre de púas y eléctricos, donde mandan unos jefes bien armados, no pueden controlar, ¿Cómo aspiran combatir a las mafias en las calles y con todas las herramientas, apoyos e infraestructura que les permite camuflarse, escabullirse y hasta mimetizarse con la población de ciertos sectores económicos y sociales? Difícil que nos coman más cuento y nos vean la cara de giles con papelitos bien impresos.
Todo indica, más bien, que aquí se trata de justificar y ahondar la inseguridad, para incrementar el negocio de las armas, de la seguridad, de la tecnología y de la informática, para unos cuantos mercachifles de esos perversos mercados. ¿Verdad señor Diego Ordóñez? PUNTO