Editorial de Radio Pichincha
Ninguno, nadie, ni uno solo. Y aunque suene absurdo, hace falta hacerse la pregunta. Quizá también porque aquí entran en juego varios factores para revelar a una institucionalidad de justicia y de control muy bien aceitadas en función de los intereses de un régimen agónico.
Y no es un juicio contra los Tiguerones, que deben ser perseguidos y juzgado; tampoco es un juicio por una supuesta sublevación de jóvenes idealistas que toman como insignia a Ernesto Ché Guevara. No, nada de eso: es un caso en manos de la Fiscalía sobre una trama de corrupción donde están señaladas personas allegadas a don Guillermo, a quienes ejercieron altos cargos públicos.
¿Vale la pena preguntarse cuántos presos hay por el escandaloso caso el Gran Padrino? Si, por un asunto de sanidad pública. Por si fuera poco, no queda más que comparar con el pasado inmediato donde por un tuit metían presos y presas a dirigentes del movimiento político que ganó las elecciones del pasado 5 de febrero pasado.
Todo esto tiene sentido porque hay, además, un juicio político, un proceso plagado de presiones y tensiones, donde no solo juegan los votos, sino LA VERDAD, la RAZÓN y la RESPONSABILIDAD de un PAÍS que hace agua por todas partes.
Por sentido común habría que preguntar más y más: ¿Qué ha hecho la Fiscalía para determinar responsabilidades concretas con un caso donde hay audios, videos, documentos y personas fugadas y otras asesinadas brutalmente?
Y de plano, la pregunta de cajón y del millón: ¿Por qué no está preso Danilo Carrera, cuñado de don Guillermo? ¿Por qué se le impide salir del país por parte de la Fiscalía y luego de ser interrogado le devuelven la libertad? ¿Acaso solo fue un impedimento para que pise suelo estadounidense porque Joe Biden no aceptaría jamás en su territorio a una persona con señalamientos muy graves, además del parentesco con el Presidente?
Por lo mismo, nos queda una gran duda: ¿estamos frente a un fraude judicial monumental?
Preguntas que evidentemente no va a contestar ni el poder político, ni el judicial y menos aún la Mafia Mediática. PUNTO