Editorial de Radio Pichincha
La violencia crónica, la inseguridad recurrente y los escándalos en la Policía han dejado en un segundo plano varios temas de interés público, que a la postre le han permitido al gobierno pasar de agache.
Las cifras de la economía, según organismos internacionales, no son las mejores de América Latina. Este año no va a crecer por encima del 3%. El riesgo país ya mismo llega a los 2 mil puntos. Se anuncia más endeudamiento externo. La producción petrolera se cae y la de los productos de exportación no están en sus mejores niveles.
Siendo así, además, la focalización de los precios de los combustibles ahora aparece como una tabla de salvación, pero no sabemos cuándo ocurrirá y si queda claro a quién beneficia con esta propuesta técnica.
Pero hay más problemas, en la gestión de los ministerios y las secretarías de Estado no ejecutan el presupuesto. En otras palabras, no gastan la plata destinada para atención a la ciudadanía e inversión pública, generadores de empleo. Y si eso ocurre también porque en algunas dependencias se niegan a firmar contratos porque estarían siendo direccionados sin cumplir con todas las obligaciones legales. Por tanto, no hay ejecución presupuestaria y en consecuencia no se genera ni empleo y ni servicio.
Al mismo tiempo, hay una cadena de anuncios, de inauguraciones de obras sin mayor impacto en la población y tampoco se hacen públicos los planes y proyectos que se mencionan sin respaldo con cifras ni plazos.
En definitiva, la gestión gubernamental, casi al cerrar el año no solo peca de precariedad y falta de cumplimiento real, sino que tampoco rinde cuentas. Los ministerios son fantasmas para el común de los mortales, pues no se saben qué hacen. ¿Si alguien atina a decir el nombre de un ministro es porque o trabaja ahí o porque es pariente de esa autoridad?
Así estamos. PUNTO