Editorial de Radio Pichincha
Ya son varias las muestras y evidencias que la derecha y las oligarquías son muy, demasiado antidemocráticas, además de que les vale un pepino la institucionalidad, la Constitución o las formalidades.
Empecemos por ese afán colonialista con el que se manejan. Les importa más ser una colonia estadounidense, supeditarse a su libreto y a sus políticas, antes que pensar en la soberanía y la autodeterminación. Y de ahí para adelante ya lo demás es cualquier cosa.
Por eso el afán de tener bases militares gringas, porque no aceptarían, por nada del mundo una china, rusa, española, menos aún de un país latinoamericano. Por eso firman tratados de “cooperación” y dejan que los militares gringos manden sobre los nuestros, así como si nada.
Les importa, incluso, un pepino las relaciones internacionales y pueden invadir una embajada o autorizar el ingreso de militares en nuestra propia embajada en Londres. Lo que cuenta es que lo que ordene el imperio se cumpla, a rajatabla, sin chistar.
Y como si fuese normal, declaran un “conflicto armado interno” para supuestamente combatir a las mafias criminales y al narcotráfico y ahora vemos cómo llegan toneladas de cocaína a los puertos españoles en cajas de banano que deben haber sido empacadas en las haciendas bananeras. Pero NO PASA NADA, no hay un solo hacendado detenido ni una empresa allanada, NADA.
Por si fuera poco, ahora una ministra, OJO: UNA MINISTRA, sanciona a la Vicepresidenta Verónica Abad con 150 días de suspensión de funciones y sin sueldo.
El argumento pueril: abandono del puesto de trabajo durante tres días. Es decir, por supuestamente ausentarse le castigan con el único afán de no dejarle en el cargo de presidenta encargada, mientras el excelentísimo Primer Mandatario hace campaña electoral buscando su reelección.
Y estos son los casos más escandalosos. Hay muchos más y ya nos estamos acostumbrando. Solo bastaría ver los chats de Fernando Villavicencio para saber cómo se comporta la derecha cuando tiene el poder, tal como ocurrió en los gobiernos de Lenín Moreno y Guillermo Lasso, los dos hijos directos de Trujillato.
Pero esa derecha jamás reconocerá ese autoritarismo ni la “violentación” de las leyes y la Constitución, porque dicen que hay que poner orden y dejar atrás el viejo país.
Y cosa rara: ahora saltan voces de criticidad con el manejo arbitrario de las leyes y la justicia, pero esas mismas voces callaron frente a los abusos y las irregularidades cometidas por el Trujillato, para, por ejemplo, impedir la candidatura de Rafael Correa en el 2021 o para instaurar juicios e imponer sentencias sin pruebas, como fue con el caso del ex defensor del pueblo, Fredy Carrión Intriago.
Pero así estamos, gracias a este afán de “descorreízar” el Ecuador. PUNTO