Editorial de Radio Pichincha
Tras el sorteo de los grupos de candidatos para el debate del próximo domingo se levantan, de nuevo, las alertas hacia el Consejo Nacional Electoral. Las razones sobran, pero a nadie le resulta normal que “justamente” el Candidato Presidente tenga un grupo de debatientes a su disposición, para que no le hagan sombra ni ruido.
¿Hubo de verdad un sorteo técnico y tecnológico con un sistema informático bajo supervisión de expertos? ¿Si así ocurre con el debate, qué garantías tenemos de lo que se pueda hacer con los comicios del 9 de febrero?
Ojalá se exijan las condiciones mínimas para auditar lo ocurrido con el sorteo, para empezar. Porque si con una cosa como esas -que parecería menor- hacen lo que hacen no tenemos ninguna confianza de lo que venga después.
Y vayamos un poco hacia el pasado: hay auditorías de los procesos de la Consulta del 2018, de las presidenciales del 2021 y de la del 2023 que advierten que las cosas no se hicieron bien, que hubo fallas técnicas inducidas para favorecer a los candidatos que ganaron esos comicios.
¿Pruebas? Hagan públicos esos documentos, pongan a disposición del país y de la comunidad internacional y sabremos hasta dónde, estos mismos consejeros, nos pueden brindar garantías plenas de unas elecciones libres y transparentes.
Incluso, el comportamiento de su Presidenta, la del CNE, Diana Atamaint, en relación con el comportamiento del Candidato Presidente, en su calidad de funcionario público que debe pedir licencia nos hace dudar de todo.
Si quieren que no dudemos, que liberemos todas nuestras preocupaciones y que despejemos el camino de la sospecha, PONGAN TODAS LAS EVIDENCIAS DE UN PROCESO fiscalizado y auditado por personas que no tengan ninguna vinculación directa ni asociación indirecta con las actuales autoridades electorales.
Por supuesto, eso también corresponde a los mismos partidos y movimientos políticos.
No es posible que sigamos esperando que la democracia se dirima, electoralmente, por las conveniencias y por los intereses de grupos de presión, oligárquicos y hasta mafiosos incrustados en algunos de esas asociaciones supuestamente políticas, que en realidad han demostrado que son otra cosa.
Si los partidos y movimientos no hacen algo, se quedan callados o simulan una supuesta fiscalización NO IMPORTA PARA NADA LA VOLUNTAD POPULAR. Y, lo que es más, viviremos engañados que vamos a las urnas, decidimos un futuro, pero en realidad somos objeto de manipulación o de fraude. PUNTO