Editorial de Radio Pichincha
No sorprende, pero ya fastidia. Lo hizo en tres campañas electorales y ahora, en el gobierno, sabemos que todo fue un uso protervo del marketing.
Lo hace de manera consecutiva, reiterada y sin vergüenza alguna. La lista es larga. Para qué vamos a enumerar una lista larguísima. Lo cierto es que de tanto hacerle ya parece una enfermedad. Los científicos le pusieron nombre y apellido, pero por respeto a la audiencia y no dar papaya a los ataques de los Hijos Bobos, preferimos que cada uno le ponga nombre.
La nueva promesa incumplida es la condonación de las deudas, que fue uno de los acuerdos de la mesa de diálogo tras el levantamiento indígena y popular del pasado mes de junio. Hay documentos, declaraciones, entrevistas y ruedas de prensa para contrastar que no se trataba de un asunto menor.
El ministro de Economía, Pablo Arosemena, informó que no autoriza ninguna condonación hasta 10.000 dólares “por la afectación económica en la banca pública”. Así nomás, como si nada. Y eso que cuando llegaron a los acuerdos hubo dudas, cálculos, pero con tal de levantar el paro ofrecieron el oro y el moro.
A la larga quedó claro lo que muchos anunciaron: con las mesas de diálogo y los acuerdos firmados, Guillermo Lasso solo compró oxígeno para su alicaída credibilidad. Y lo logró, pero con base en mentiras y ofertas incumplidas.
También es cierto que la FENOCIN no estaba de acuerdo con la firma si no tenía un documento en firme sobre esa demanda de condonación. Y lo advirtió la dirigencia de esa organización, considerando que con bajar el precio de los combustibles no se resolvían problemas de mayor gravedad como las deudas de miles de campesinos y pequeños productores afectados por la pandemia y la pésima gestión económica del gobierno de Lenín Moreno y del mismo Lasso.
¿Qué viene ahora? ¿Tendremos nuevas movilizaciones y protestas? ¿Quién le hace cumplir al Presidente sus ofertas si para eso cuenta con un aparato mediático que solo denigra y distrae la atención con las bascosidades de Villavicencio?
Si no hay paro ni protesta, nos queda absolutamente claro que la pequeña empresa, los productores, los campesinos e indígenas endeudados seguirán golpeados y sin ninguna esperanza para salir de esta crisis.
Lo que ya nadie puede dudar es que la credibilidad del Presidente está por los suelos, la calificación de su gestión está en mala y muy mala en 82%. Siendo así, ¿se puede esperar algo nuevo y sensato de su parte? No, lastimosamente seguiremos en esa línea de conducta y nadie se atreverá a decir que una reconversión pueda ocurrir. PUNTO