La coyuntura actual presenta tensiones renovadas en Asia Occidental (Medio Oriente), un espacio en el que los intereses estadounidenses se ven constantemente entrelazados con los del capital financiero internacional, asegura Nicola Jaude Shaw, analista geopolítico chileno.
El regreso de Donald Trump a la política estadounidense se da en un contexto internacional diferente al de su primera administración. Según el analista geopolítico Nicola Jaude Shaw, el escenario actual está caracterizado por un sistema multipolar emergente que desafía la hegemonía estadounidense, influenciada no solo por su aparato de gobierno, sino por el entramado de intereses del complejo militar-industrial y las entidades financieras internacionales.
“Los presidentes en Estados Unidos son, en realidad, elementos decorativos. Quien realmente manda es el capital financiero, conectado con familias sionistas aliadas a Israel, que controlan una gran parte de la banca mundial y el comercio internacional”, puntualiza Jaude.
Este control internacional ha permitido a los Estados Unidos implementar políticas restrictivas, como los bloqueos económicos a países que desafían su dominio, como Irán, Cuba y Venezuela.
Este contexto de hegemonía unilateral está siendo cuestionado, según Jaude, por la creación de sistemas financieros alternativos a SWIFT, liderados por agrupaciones como el BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái.
Ambos buscan establecer un sistema comercial menos dependiente del dólar estadounidense, lo cual tiene implicaciones profundas en la dinámica global y en el debilitamiento del dólar como herramienta de influencia.
Trump y su relación con Israel
La elección de Trump vuelve a poner en el foco su vínculo con intereses pro-israelíes. Jared Kushner, su yerno y ferviente sionista, ha impulsado diversos proyectos en Gaza, una zona clave por sus recursos de gas natural.
Desde la perspectiva de Jaude, el apoyo de EE.UU. a Israel responde a intereses estratégicos profundos y, según él, a una relación de dependencia entre ambos.
“Trump ha prometido ‘terminar el trabajo en Gaza,’ lo cual podría interpretarse como una continuación de la violencia y desplazamientos en la región”, explica Jaude.
Este «trabajo» implica, según el analista, una postura permisiva frente a lo que considera una «limpieza étnica» en Gaza, facilitada por los recursos militares y de inteligencia de EE.UU.
Jaude describe cómo la dependencia europea del gas ruso también ha impactado en el conflicto en Gaza.
“Con la guerra en Ucrania y el encarecimiento del gas en Europa, la región de Gaza se ha convertido en una zona estratégica para Israel, que desea controlar el acceso al gas natural”, asegura el analista, haciendo referencia al enorme depósito de gas en el subsuelo marino frente a la costa de Gaza, que podría abastecer a Europa y reducir su dependencia de Rusia.
El costo humano y la crisis del pueblo palestino
La continuidad del conflicto en Palestina y la ocupación en Gaza tienen un alto costo humano, reflejado en las crisis humanitarias que afecta a millones. Jaude resalta cómo EE. UU. suministra recursos y tecnología bélica a Israel, transformando el conflicto palestino-israelí en una guerra indirecta de Estados Unidos en la región.
Esta situación, sostiene, revela una interdependencia entre el Estado estadounidense y las políticas de Israel que, al mismo tiempo, acentúan la precarización económica y social, tanto en EE. UU. como a nivel mundial, impactando también en otros países que quedan atrapados en la red del capital financiero global.
Dolarización y economía global
Uno de los mecanismos de poder de EE.UU. es el dólar, que, según Jaude, actúa como “arma económica”.
La estrategia de la “dolarización forzada” ha impactado no solo a países dolarizados como Ecuador, sino también a economías que enfrentan constantes ajustes debido a la inestabilidad de la moneda estadounidense en los mercados globales.
En palabras del analista, “el dólar que circula internacionalmente es un papel sin respaldo, emitido sin afectaciones a la economía interna norteamericana, pero que empobrece a otras naciones”.
Así, según Jaude, EE.UU. transfiere su inflación a los países dependientes del dólar.
Este modelo ha generado tensiones con naciones que buscan diversificar sus sistemas comerciales y bancarios.
“El BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái han tomado decisiones importantes al reducir su dependencia del dólar. Este cambio no solo es estratégico, sino necesario en un contexto de hegemonía financiera”, comenta Jaude, destacando cómo la economía mundial se va fragmentando en bloques con un creciente poder de negociación.