Por: Andrés Luna Montalvo.
“Mi novia y yo no teníamos para comer”, titula Diario Olé de Argentina. Se trata de una entrevista al futbolista Facundo Affranchino, quien llegó a Ecuador para jugar en Olmedo, pero la pandemia arruinó los planes de todos. Olmedo, en un comunicado de prensa, dijo que Affranchino “tuvo dificultades para finiquitar su contrato con el Club Villa Dálmine” y no pudo firmar con el equipo ecuatoriano, no obstante, el ex River Plate lamentó que en Riobamba “ni se comunicaron conmigo para ofrecerme agua, sabiendo que no me habían pagado ni un sueldo. Llevaba tres meses. Fue muy duro”.
Affranchino fue auxiliado por la embajada de Argentina y pudo retornar en un vuelo de repatriación, el mismo vuelo que esperó Maximiliano Barreiro, quien cuenta que tampoco recibe sueldo de Liga de Portoviejo y se puso en la lista de viajeros comunitarios, “yo me regresaré para Argentina con mi familia. Ya luego conversaremos con los directivos para ver qué pasa». Los otros argentinos del equipo de Manabí también miraban al cielo esperando un avión de retorno: Rubén Insúa, Matías García y Francisco Fydriszewski se fueron el viernes 24 de abril.
Los casos son inconmensurables y la gran mayoría desconocidos, y es que con el Covid-19 cada quien lleva su propia procesión por dentro. Al español Daniel Nieto le pidieron de Independiente del Valle rescindir su contrato, cuenta las horas para subirse a un avión que saldrá con destino a España la próxima semana para reunirse con su esposa y su bebé que nació hace pocos días; el ex futbolista del Barcelona B, fue protagonista del gol con el que Independiente del Valle clasificó a las semifinales de la Copa Sudamericana. Vive solo desde diciembre en Ecuador, como solo vivió Carlos Ischia, el Director Técnico de Delfín, quien lamentaba ser la única persona hospedada en un hotel de Manta.
Angustiados y muchos de ellos denunciando el abandono de sus clubes, los futbolistas extranjeros se aferran a las gestiones diplomáticas para salir de Ecuador y abrazarse con sus seres queridos. Los mismos dramas que viven los ecuatorianos varados en el exterior que anhelan volver a besar el suelo patrio, pues el precio de triunfar en el deporte por ahora es demasiado costoso.