Editorial de Radio Pichincha
Una grave y sorprendente denuncia se hizo pública ayer: el personal civil (porque así debía y debe ser) de Migración fue despedido. Decenas de empleados ahora serán reemplazados por policías en el control migratorio de aeropuertos y puertos.
En pocas palabras: retrocedimos 15 años. Así, como si nada.
Tanto se alaban de la institucionalidad del Estado, de modernizar los servicios y de darles mejores condiciones a los usuarios, incluidos los turistas nacionales y extranjero, pero en la práctica TODO LO EMBARRAN. Hacen tabla rasa de cada proceso que ya tenía su cauce y solo hacía falta mejorarlo con mayor capacitación y condiciones tecnológicas de acuerdo a la demanda del momento.
Aunque ya no sorprende, si molesta: necesitados de policías al servicio de la seguridad y de la atención urgente a una crisis crónica de violencia criminal, a las autoridades comandadas por Guillermo Lasso, no se les pudo ocurrir mejor idea que llevar a los gendarmes al trabajo burocrático.
Todos sabemos que en los aeropuertos hay tiempos “muertos”, cuando no hay pasajeros y los funcionarios civiles cumplen un rol de ese tipo, porque para eso se prepararon. Los policías NO. Los uniformados solo verán crecer su abdomen y serán inútiles para una acción física y profesional cuando les toque salir a la calle.
Lasso no solo que redujo el presupuesto de la Policía del 2023, sino que ahora pone a los gendarmes en las tareas burocráticas, donde JAMÁS RENDIRÁN PARA LO QUE EL ESTADO GASTÓ EN SU PREPARACIÓN.
Hay que tener “dos dedos de frente” para entender, no solo desde el sentido común, que EN TODO EL MUNDO la migración no es un asunto de policías, se trata de una tarea de civiles preparados y especializados en el tema.
Las consecuencias ya están a la vista: largas colas en las entradas internacionales, porque además de botar al personal civil, ahora los funcionarios policiales están aprendiendo del oficio a costa de la lentitud y la impericia.
SIMPLEMENTE: ASÍ NO SE PUEDE.
Ya pasamos por la ingrata y sangrienta experiencia de poner policías a controlar las cárceles y ya sabemos en qué terminó todo. Ojalá mañana al señor banquero no se le ocurra reemplazar a los médicos y profesores que botan de las entidades públicas por policías. PUNTO