BBC Mundo se comunicó con algunos de los familiares y vecinos de las víctimas y los testimonios coinciden con aquellas dos palabras que Joseph Conrad destacó en su obra «El corazón de las tinieblas»: el horror, el horror.
Punto Noticias: «Mi tío murió el 28 de marzo y nadie viene a ayudarnos. Vivimos al noroeste de la ciudad. Los hospitales le decían que no tenían camillas y falleció en casa. Nosotros llamamos al 911 y nos pidieron paciencia. El cuerpo sigue ahí en la cama donde falleció, porque nadie lo puede tocar ni nada de esas cosas», cuenta Jésica Castañeda, sobrina de Segundo Castañeda.
BBC Mundo se comunicó con algunos de los familiares y vecinos de las víctimas y los testimonios coinciden con aquellas dos palabras que Joseph Conrad destacó en su obra «El corazón de las tinieblas»: el horror, el horror.
«Mi tío murió el 28 de marzo y nadie viene a ayudarnos. Vivimos al noroeste de la ciudad. Los hospitales le decían que no tenían camillas y falleció en casa. Nosotros llamamos al 911 y nos pidieron paciencia. El cuerpo sigue ahí en la cama donde falleció, porque nadie lo puede tocar ni nada de esas cosas», cuenta Jésica Castañeda, sobrina de Segundo Castañeda.
Además de los muertos en los hogares, la ciudad ha tenido que enfrentarse a la pesadilla de muertos en sus calles. Jésica Zambrano, periodista del diario El Telégrafo, le contó a BBC News Mundo su experiencia desde el centro de Guayaquil.
«Mi pareja salió a hacer las compras y se encontró una persona muerta, en las calles Pedro Carbo y Urdaneta. Más temprano nos dijeron que había otro muerto unos cuantos metros más allá. Aquí estamos acostumbrados a ver a mendigos durmiendo en las calles, pero como resultado de esta crisis personas desahuciadas mueren en el centro de la ciudad».
El 28 de marzo, un día después de las declaraciones de la alcaldesa, el diario El Universo informó sobre los planes del gobierno municipal de enterrar a los muertos en una fosa común, pero la idea no prosperó.
En estas comunidades, sobre todo en las más periféricas, se está produciendo «una verdadera y profunda crisis humanitaria», en palabras de Paúl Murillo, responsable del área de incidencia comunitaria del Comité Permanente de los Derechos Humanos:
«Está bien llamarnos a un aislamiento en los domicilios, pero nunca se pensó en planes de contingencia que garanticen, al menos, la seguridad alimentaria en los barrios periféricos y marginales».
Adriana Rodríguez, profesora de Derecho la Universidad Andina y especialista en derechos humanos, piensa que no es sorprenderte que esto ocurra en una ciudad con una alta desigualdad social.
«Guayaquil es una ciudad que tiene aproximadamente el 17% de su gente en la pobreza y en la pobreza extrema. Lo que ocurre ahora con los cadáveres nos hace pensar en qué cuerpos importan y qué cuerpos no importan. Los recortes en salud pública nos dicen que hay cuerpos que no importan». (C.D.A.)
FUENTE: BBC