Editorial de Radio Pichincha
Los momentos críticos de una persona, un país o una autoridad son de prueba, como si fuese un examen o una demostración de lo que esencialmente se es. Sin duda alguna, para estos momentos todos se preparan, establecen una estrategia y además valoran los asuntos y las virtudes más excelsas.
Cada vez tenemos menos lucidez en las figuras políticas, seguramente porque ya no reúnen los requisitos que antes se exigían para ejercer un liderazgo o la primera magistratura de una nación. Y ayer lo tuvimos en toda su expresión, en la defensa ejercida por don Guillermo, en el juicio político, el primero desde el retorno a la democracia.
Aquí puntualicemos los grandes defectos detectados ayer, que efectivamente prueban un asunto de hondura: lo que natura no da, ni una billetera, ni un banco y menos una ventanilla bancaria da.
- La ausencia de conocimiento de la historia hizo que ayer a don Guillermo le afloraran los “lugares comunes más comunes”, sin beneficio de inventario.
- El desconocimiento del espíritu constitucional de un proceso de fiscalización no puede ocultar la ignorancia de la filosofía o principios fundamentales de la Carta Magna del Ecuador.
- Un juicio político no es un Informe a la Nación. A nadie le cabe que, en 50 minutos, don Guillermo nos cuente las supuestas maravillas que ha hecho en estos dos años. Si todo lo que supuestamente ha hecho se contrasta con la realidad, ni un bachiller pasaría el examen básico para graduarse del colegio.
Por todo ello, ya entendemos mejor para qué quiso la Presidencia, por qué no le calza la talla de tremenda magistratura y hasta dónde puede más el odio y la venganza antes que la generosidad y la majestuosidad de la primera autoridad del Estado.
Y también entendemos por qué hemos llegado a este momento crítico para la democracia. La historia lo registrará como un momento penoso y hasta triste. Sin caer en las nostalgias añejas de que antes hubo buenos oradores, con una tremenda capacidad retórica, cuando los discursos eran motivo para silencios intensos y aprendizajes colectivos, lo de ayer fue una página bastante oscura y espesa.
Ni siquiera se respetó el lenguaje, la gramática y menos aún la sintaxis. Por tanto, como pieza de poca monta ya es decir mucho.
Qué pena tener una pésima referencia para la historia lo que hizo don Guillermo, sin dejar de lado la osadía de arrastrar a burócratas a una manifestación aguada, forzada y hasta ridícula, con gente que no cree en él y mucho menos la razón por la que se para en la calle. Y siendo así, hemos perdido hasta las ganas de reflexionar sobre el espíritu de la democracia cuando se trata de valorar la fiscalización como una vitamina para la Historia. PUNTO