Editorial de Radio Pichincha
Ya había que decirlo: Fundamedios y César Ricaurte son operadores políticos, muy bien financiados desde cierta embajada, no precisamente para defender a los periodistas y a la prensa. Todo lo contrario, pero también al revés.
Vayamos por partes: Esta supuesta organización no gubernamental se ha convertido en un aparato fascista de persecución y de penetración en los espacios mediáticos con dinero que no es para nada “santo” y menos legítimo. Se inserta e infiltra para propósitos injerencistas, coloniales, de intromisión absoluta en la vida política para instalar la agenda estadounidense y de ciertos poderes fácticos.
Ricaurte fue sentenciado por atacar violentamente a un exministro del gobierno de Rafael Correa y es quien ahora señala y juzga a todo aquel que no coincida con la política estadounidense en Ecuador. Por eso establece convenios y acuerdos con muchas entidades públicas del Gobierno de don Guillermo. Y desde ahí ejerce la presión necesaria para imponer un ataque a la prensa verdaderamente libre e independiente, no a la que forma parte de la Mafia Mediática que hizo campaña para poner al actual presidente en Carondelet.
Ahora, junto a esas entidades públicas y privadas, ha establecido un estándar para decidir, desde el poder político y económico, quién hace periodismo y quién puede ser el medio que pueda calificar para recibir auspicio, publicidad y apoyo económico. Y ya sabemos a quiénes pondrán en su estándar, en sus preferencias y en sus modos de calificar.
Y eso, qué casualidad, ocurre cuando el régimen que avala y legitima a Ricaurte y Fundamedios se encuentra amenazado por graves denuncias de corrupción y vinculaciones con el narcotráfico. Por supuesto, ocurre cuando esos medios que han sostenido a Ricaurte lanzan una campaña de desprestigio a actores políticos y medios que no se someten a don Guillermo y a las chequeras que lo acompañan.
Por cierto, ya es hora de que sean los poderes públicos fiscalizados a cabalidad y nos cuenten cuánta plata gestionan con Fundamedios, qué convenios han firmado y en qué campos está actuando con el dinero de la USAID, de la NED y de esas otras agencias que se meten con el único objetivo de comprar periodistas y, sobre todo, impedir un verdadero ejercicio periodístico. PUNTO