Editorial de Radio Pichincha
Un presidente no solo es palabras y discursos, también ejerce un poder simbólico con sus gestos, vestuario, poses, modos de tratar a la gente y también por los silencios y sus ausencias. Eso lo saben los expertos y hasta el común de los mortales.
Pero parece que Guillermo Lasso es el único que no lo sabe. Por ejemplo, ¿entendió el sentido de usar zapatos rojos? ¿De no ponerse medias y mostrar sus canillas blanquecinas y sin vello?
Y no parece que es el único. Un candidato por ahí se declaró borracho, se pintó la cara como un actor de esas sagas de combate a muerte o haciendo de rapero con una mirada de enloquecido. Otro vestía tal cual el neo fascista Zelensky. Y así sobran los ejemplos.
La política no es una cosa absolutamente seria. También se presta para el buen humor y también para decir muchas cosas sin emitir un solo sonido.
De ahí que entregar o recibir una metralleta de un oficial del Ejército, como representante de la sociedad civil, no es un mero gesto o trámite. Asumir que en sus manos están las armas, en medio de un clima de violencia y de muerte, no envía ningún mensaje ni democrático y menos para la pacificación que requiere nuestra sociedad.
Lo ocurrido ayer, junto a su discurso, no anima a un país, a sus actores políticos y los movimientos sociales a una reconciliación o a un encuentro, como tanto se proclama. Llamar al diálogo en un acto militar, con decenas de militares armados hasta los dientes, con naves sobrevolando y contaminando el ambiente con su ruido, es un pésimo símbolo para los objetivos que se ha propuesto Lasso (si es que es cierto que quiere la paz y el diálogo).
Y no dejemos de lado, los fracasados mensajes simbólicos y gráficos de su supuesta fractura del peroné. De ser cierto, lo mejor habría sido reposar, recuperarse en paz, junto a su familia, con todas las atenciones del caso. Pero no. Su enorme equipo de comunicación primero le hizo fotos que desdecían de esa supuesta fractura y luego, como para afirmar algo que no era necesario lo colocaron en una silla de ruedas, con toda la carga simbólica que eso tiene después del paso por la Presidencia de Lenín Moreno.
Por lo mismo, si estuvo preparándose y compitiendo más de 10 años para ser Presidente parece que a la clase de “compostura política” y “protocolo” se ausentó o no pasó la prueba. Y bueno, no solo en eso, ha reprobado en otras materias más. PUNTO