Los casos que se conocieron en los tres países son menos de los que existen porque buena parte de ellos no se denuncian.
Punto Noticias.- Son más vulnerables las niñas en los albergues, abren sus carpas e invaden su privacidad, las observan cuando están en la ducha, les hacen bromas si miran que usan productos de higiene femenina y les fotografían sin consentimiento.
Estas son las escenas que se reproducen muy seguido en los albergues de los tres países que sufrieron más el castigo de los huracanes Iota y Eta: Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Son más de 350.000 refugiados en albergues, de ellos al menos 50.000 son menores de edad. Siquiera 40 muertes se contabilizaron por el paso de los fenómenos tropicales en Centroamérica.
Los Gobiernos, instituciones civiles y de cooperación internacional señalan que son las niñas y adolescentes quienes están en mayor riesgo entre los damnificados, además de la precariedad en las que deben vivir, son muy vulnerables a casos de violencia sexual.
En efecto, las denuncias de abusos alertaron en países como Honduras donde se realizó intervenciones policiales a los albergues, intervino en más de 100 albergues desde noviembre por los abusos.
La directora de la Dirección de Niñez y Familia del gobierno hondureño (DINAF), Lolis Salas, detalló que hay más de 6.400 menores bajo cuidado, evitando que sufran agresiones sexuales. “Hemos trasladado a profesionales en psicología y otros expertos para precautelar a los niños y niñas”, recalcó.
La autoridad asegura que en la zona norte del país hubieron al menos ocho denuncias de violencia sexual. “Producto de las tormentas naturales estamos en una situación de bastante vulnerabilidad. (…) Hemos sabido que hay niveles de exposición, no hay niveles de privacidad. Se ha pretendido o se ha hecho uso abusivo de los aparatos telefónicos, pero logramos desvirtuar estas denuncias haciendo a la población consciente de asegurar la privacidad de la gente albergada”, puntualiza Salas.
Los huracanes dejaron una estela de cientos de ciudadanos sin hogar en Centroamérica.
Una niña de nueve años incluso fue ofrecida “en venta”. Revela Otto Rivera, director del Observatorio de Derechos de la Niñez en Guatemala. La niña pensaba que sus padres fallecieron por el huracán Eta y un adulto trató de “venderla” hace unas semanas.
Este caso de trata de la niña se produjo en el departamento de Alta Verapaz, en el norte del país centroamericano. “Su mamá falleció por un derrumbe de los huracanes y pensaban que estaba sola. Pero su padre logró rescatarla después de tres días afortunadamente. Eso es lo que estamos enfrentando”, comenta Rivera, los casos como de la menor no son nuevos cuando se producen desplazamientos humanos forzosos por huracanes.
Según Observatorio de Derechos de la Niñez señala que siete de cada diez menores que son víctimas de trata o de desaparición son niñas y adolescentes.
Para Amalia Alarcón, directora de proyectos regionales de Plan Internacional, las denuncias surgidas desde los albergues centroamericanos provocaron que la entidad encienda sus alertas. “Por los testimonios recogidos, reconocemos la utilidad de los albergues para gente que perdió sus cosas, pero las niñas relatan que hay cero intimidad y cero privacidad. Son baños compartidos y con poca vigilancia”, explica.
Algunas niñas fueron trasladadas a otros sitios reservados para ponerlas bajo protección. Angie (nombre protegido) vive en Puerto Cabezas, al noroeste de Nicaragua, y es una refugiada debido a los huracanes de noviembre. Su casa quedó destruida y la escasez de agua potable es uno de los muchos problemas con los que tiene que vivir.
“Nosotras, las mujeres, cuando estamos en nuestro período (ciclo menstrual), es complicado no poder asearnos, ya que los chicos y los adultos están siempre ahí espiándome, y no hay toallas sanitarias. Aquí tenemos que lavar y no tenemos agua”, dice la adolescente de 13 años.
Un reporte elaborado por Plan Internacional que promueve los derechos de la niñez y adolescencia reconoce que Angie cuenta lo que padece en el albergue donde está.
“Adultos me dicen cosas, y esto me hace sentir muy incómoda. Me molestan, no me permiten asearme o bañarme correctamente, porque siempre están ahí espiándome, y me siento vigilada”, cuenta.
En Nicaragua se improvisaron espacios para usarlos como albergues después de los huracanes.
Amalia Alarcón reconoce que experiencias como las que ella vive de manera cotidiana muestran que en los albergues hay niñas están expuestas a mayores riesgos de desprotección, específicamente a un mayor riesgo de violencia sexual. Esta situación “se repite” en los tres países más castigados por los huracanes: Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Y añade que los casos que se conocieron en los tres países son menos de los que existen porque buena parte de ellos no se denuncian. Algo muy frecuente en los hechos de violencia contra la mujer. “Mucho queda en la impunidad. Entonces las niñas no lo denuncian por miedo a repercusiones para ellas”, finaliza.
Fuente: El Universo