Editorial de Radio Pichincha
Ya está en marcha el proceso para sepultar, junto con el cadáver de María Belén Bernal, el oprobioso momento y dramática realidad vivida por Ecuador esta última semana.
El luto nacional no es una exageración como muchos de los acólitos de Guillermo Lasso señalan. La muerte de la abogada de 34 años ha significado un símbolo muy potente de la inseguridad crónica que vivimos desde hace algunos meses y también la mejor expresión de cómo se comporta el poder político, militar y policial con los ciudadanos a los que está obligado a servir, cuidar y proteger.
Este luto también es por las decenas de personas desaparecidas, por las centenas de presos asesinados en instalaciones estatales, por cinco mil niños abandonados en la frontera de México y EEUU, por los muertos y heridos en junio de 2022 y por los niños con cáncer que pudieron salvarse si el Estado los atendía oportunamente. Y sobran casos para elevar el luto a muchos otros temas.
No podemos pasar la página. No hay cómo dejar atrás sin procesar qué significado tiene la ausencia de Estado y todo el aparato estatal para reprimir. La impunidad no puede ser el signo de estos tiempos, menos aún el olvido. Ya tenemos demasiados momentos dolorosos y dramáticos, como nunca antes se ha vivido.
Sobre todo, que lo oigan bien las autoridades: NECESITAMOS UNA RESPUESTA REAL, CONCRETA Y PLAUSIBLE para pacificar este país, para eliminar toda sospecha de la labor de la Policía, para devolver la confianza en la justicia, para que el Estado realmente funcione y pueda dar servicios como sacar una cédula sin que sea un calvario y menos caldo de cultivo para la corrupción.
Si no hay capacidad, si no hay responsabilidad y menos aún compromiso es mejor que nos digan de una vez que se equivocaron, que manejar un banco no es lo mismo que un Estado, que pagar un sueldo es un acto digno de trabajo y no un menos precio porque tienen cuentas bancarias jugosas que les hace creer que el dinero lo compra todo y es capaz de otorgar sabiduría y lucidez.
En cualquier país democrático, una crisis como la que hemos vivido desde el 24 de mayo del año pasado, ya habría obligado a una renuncia completa del gabinete, por lo menos. Pero acá ni el Presidente, mucho menos el Vicepresidente, parecen tener conciencia de todo el daño que le están causando a un país al que le ofrecieron de todo y ahora miran solo a sus chequeras.
Señor Guillermo Lasso díganos con absoluta sinceridad que el puesto le quedó grande y la historia lo sabrá colocar en el lugar que le corresponde. Y ya. Chao. Adiós. PUNTO.