De su lado, Donald Trump, mostró su desagrado por el servicio religioso.
Tras la investidura a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump asistió junto a su familia y otras personas a una ceremonia religiosa en la Catedral Nacional de Washington.
La obispa Mariann Edgar Budde dio un sermón que impactó a los asistentes a la misa y que pronto se hizo viral en redes sociales, pues ha sido la única que se ha referido a la política migratoria de Trump, recordándole que Estados Unidos es un país de migrantes.
“Señor presidente, millones han puesto su confianza en usted y como lo dijo a la nación. Ha sentido la mano providencial de un Dios que ama, así que en el nombre de nuestro Dios le pido que tenga piedad con la gente en nuestro país, que ahora tiene miedo”, dijo la sacerdotisa.
Donald Trump estaba sentado en primera fila junto a su esposa Melania y mientras escuchaba la homilía, el ahora mandatario estadounidense trataba de mirar a otro lado, mostrando incomodidad.
Pese a ello, la obispa continuó y le recordó que los migrantes trabajan en los cultivos, granjas, empacadores de carne, limpiando edificios y oficinas, o lavando platos.
“Puede que no sean ciudadanos o que no tengan la documentación adecuada, pero la gran mayoría de los inmigrantes no es criminal”, subrayó.
Con una voz calma y desde el podio del altar, Mariann Edgar Budde subrayó que los migrantes pagan impuestos y son buenos vecinos e incluso enfatizó que son miembros fieles de la iglesia.
“Así que tenga piedad señor presidente”, agregó.
Niños migrantes, con miedo
La obispa aseguró que, en las comunidades de EE.UU., a partir de los anuncios de Trump, los niños tienen miedo de que migración se lleve a sus padres.
“Nuestro Dios nos enseña que debemos tener misericordia con el extranjero porque todos en algún momento fuimos extranjeros en esta tierra”, finalizó la sacerdotisa.
De su lado, James Vance hoy vicepresidente de Estados Unidos prefirió virar la cara y mirar a su esposa, tratando de evitar el sermón.
Posteriormente y ya en la Casa Blanca, Donald Trump, mostró su desagrado por el servicio religioso.
“No fue muy emocionante. No me pareció un buen servicio (…) Pudieron haberlo hecho mucho mejor”, declaró el mandatario a los medios.