Editorial de Radio Pichincha
Lo principal sería que aquel candidato del 2023 no nos vuelva mentir. De entrada, sin duda alguna. O al menos que reconozca que mintió y jure que no lo volverá hacer. Eso sería por sanidad pública e histórica.
Pero si eso estamos esperando, podemos morir tres veces y no ocurrirá. Porque la mentira ha sido la estrategia del ahora Candidato Presidente, que el año 2023 obtuvo el cargo ofreciendo el “el oro y el moro”, citando cifras falsas y luego invirtiendo su tiempo en la exposición en redes sociales antes que explicar lo que hizo y lo que mintió.
Y esto lo decimos por si acaso a otro candidato se le ocurra creer que mintiendo se llega a la Presidencia y no le pasa nada. Porque de verdad, debemos ya asumir estos eventos con otra mentalidad, con una mirada sumamente crítica para no repetir el error del actual mandatario y lo que hizo en su momento el “inefable” Guillermo Lasso.
Por lo demás, la pregunta suprema es: ¿Por qué pierden los candidatos que dicen la verdad, explican con sensatez y responsabilidad sus propuestas, dan cifras reales y no caen en el juego de la pirotecnia mediática?
¿Son seres anormales que no entienden de la política o no entienden a ese electorado algo o bastante enajenado que cree cualquier cosa, que escucha lo que desea y no lo que es? En otras palabras: ¿para ganar una elección, como lo han hecho Noboa y Lasso hace falta mentir?
Seguramente estamos en esos momentos que la historia recogerá como un fenómeno, quizá diciendo: “En 2021 y 2023 los candidatos que ganaron la Presidencia de la República del Ecuador mintieron a sus electores, no cumplieron nada de lo que ofrecieron y colocaron a esa nación sudamericana en los últimos lugares de seguridad, de crecimiento económico y de convivencia social, además de ser los que más gastaron en sus campañas y luego, cuando terminaron su gestión, siguieron mintiendo”.
Por todo esto, sabiendo de antemano el debate no define una elección, verlo, participar de él, tener alguna incidencia en lo que surja de las voces de cada uno de los participantes, nos obliga a recuperar una conducta democrática, racional, responsable, patriótica, aunque estas palabras para algunos se hayan vaciado de sentido.
Ojalá después del debate de este domingo, EN SERIO, no nos volvamos a equivocar. PUNTO