Editorial de Radio Pichincha
Los chats que ahora circulan por todo lado no solo revelan a la MAFIA MEDIÁTICA, en toda su expresión y perversidad. En realidad, también hay un personaje en sus miserias, en sus taras, ambiciones, codicia, narcisismo y, en particular, en su condición de herramienta de ciertos poderes con mucha plata y con unas infinitas destrezas para la consecución de objetivos políticos.
Si un psicólogo o un siquiatra podría caracterizar a este personaje tendría mucho trabajo por el sinnúmero de caretas con las que se muestra dependiendo de su interlocutor: cuando se tratan de los poderosos, los que le pagan, a quienes debe su “poder” el trato es casi de un sumiso obediente, que no escatima halagos y hasta genuflexiones; cuando son sus amigas y amigos íntimos casi casi es un dictador, un autoritario que no mide ni la ofensa ni el riesgo; cuando hay gente que le pide favores, pensando que es un hombre generoso y magnánimo ni siquiera les contesta; cuando le reclaman de plata prestada les trata mal o les injuria sin misericordia.
En la práctica, estos miles de chats están configurando a un personaje del cual se valieron dueños de medios, empresarios, periodistas y hasta ciertas señoras para contar con su “valentía” y animadversión al llamado correísmo.
Ese personaje fue la herramienta para forjar casos, supuestos reportajes e investigaciones periodísticas, inculpar a figuras políticas que le enfrentaron y hasta lo describieron en su momento como lo que hoy vemos más claro.
Ahora se entiende por qué idealizaron a este personaje. Con ello lograron un doble propósito:
1.- Imponer la política baja, cochina, corrupta, sin ética, pero bajo el manto de una supuesta neutralidad por su condición de supuesto periodista.
2.- Ser la figura, punta de lanza, del anticorreísmo, del cual fueron los benefactores y promotores Lenín Moreno y Guillermo Lasso, entre los principales. Lo tenían “mimado”, pues también sabían que detrás estaban los banqueros Isaías, Egas y los socialcristianos, que le financiaron (como prueba los pagos de Carlos Pareja Cordero, secretario particular de León Febres Cordero y alfil de los grupos oligárquicos de Guayaquil).
Que ahora se quejen todos los que lo defienden bajo el argumento que los chats personales no se deben divulgar, solo prueba que siendo mucho lo exhibido todavía no es suficiente para saber hasta dónde cada acción política, judicial y fiscal estaba organizada por la MAFIA MEDIÁTICA, POLÍTICA Y JUDICIAL que ha gobernado los últimos ocho años. PUNTO