Editorial de Radio Pichincha
Estamos muy cercanos a cumplir 500 años de la fundación española de la capital ecuatoriana. Y nos encuentra en un momento que podríamos llamar nuevo, expectante, sobre todo porque la actual administración ha puesto por delante la inversión pública y un conjunto de políticas para allanar el devenir de un Quito más armónico con las demandas ciudadanas y sus capacidades propias.
Año y medio de la asunción en el cargo de Pabel Muñoz y es evidente que la gestión administrativa se nota más renovada, ágil en algunos procesos y con obras por doquier que generan empleo y arreglan algunos problemas.
No todo es perfecto, hay deficiencias propias de una institución grande y con unas prácticas internas que difícilmente quieren desaparecer. Incluso, se nota que ciertos concejales no atinan a hacer oposición desde una perspectiva positiva, sino buscando el protagonismo para futuras elecciones.
Y lo anterior lo decimos por las encuestas que se publican desde distintas empresas. En casi todas, la aprobación es alta y también el deseo de que se mejoren esos procesos burocráticos se nota en la consulta ciudadana. No es fácil después de tres administraciones que dejaron “por los suelos” un montón de planes y proyectos sustentados y planificados en la administración de Augusto Barrera.
¿Qué es lo que importa ahora? ¿Hasta dónde pueden llegar las capacidades y los recursos para atender una demanda acumulada de soluciones a problemas como el tránsito, el tráfico, la contaminación, los servicios básicos en las decenas de barrios no legalizados, además de asuntos de orden cultural y social?
Quito no es cualquier ciudad. Es la capital del Ecuador y tiene su historia y tradición alrededor de un prestigio ganado por el comportamiento y la creatividad de sus habitantes.
Es una urbe que ha crecido no solo con el cemento, sino y sobre todo por una identidad cultural que se sustenta en una tradición artística y de pensamiento. Por ello, no es fácil decir que no se hace nada, cuando se trata de una tarea colectiva, donde juegan un rol fundamental las élites sociales y económicas, los nichos culturales y artísticos.
Quito…
Y siendo así, ya es hora de impulsar no solo la obra física, que la hay y ahora se nota que se puede hacer en medio del “austericidio” gubernamental.
Hoy es ya el momento de retomar el liderazgo nacional para proponer alternativas al neoliberalismo rampante y criminal que nos desgobierna desde hace siete años. Y una de esas alternativas es el Acuerdo Quito, donde están ya las rutas y las guías para un encuentro colectivo en el quinto centenario de nuestra capital.
Eso sí, la celebración hay que hacerla dentro de los marcos que nos impone “este nuevo país”, como dice Daniel Noboa: con inseguridad, asaltos, vacunas, secuestros y un tráfico de drogas que no disminuye.
Así que festejemos a esta capital con la altivez y la calidez que nos permitan hacer un paréntesis al agobio de la situación general que vive Ecuador. PUNTO