Editorial de Radio Pichincha
El Comercio se autodefinió como el diario capitalino por excelencia. Tras la desaparición de otros periódicos quedaba como ese “baluarte” del periodismo impreso hasta que fue utilizado como un negocio para intereses comerciales y también como un aparato político de las élites conservadoras de Quito y el resto del país.
Incluso, don Guillermo, en su infinita generosidad, en su grandeza de espíritu y en su bienaventurada misericordia ofreció salvar a ese diario de la catástrofe a la que le llevó un empresario que, como el actual Presidente de la República, cree en el libre mercado, en la “libertad absoluta y sin regulación”.
Pero no, a las élites reaccionarias y neoliberales les interesaba el uso político que le dieron al periódico autodenominado “libre e independiente”. ¿Acaso no fue el diario que cubrió “de gloria y de bendiciones” al nefasto alcalde Mauricio Rodas a cambio de que les regalara la impresión del diario El Quiteño a valores por fuera del mercado? ¿Dónde están los “prohombres” que escribían y aún algunos siguen escribiendo en las páginas editoriales donde dan cátedra de respeto a los derechos humanos y labores y dejan en la pobreza y abandono a decenas de trabajares y empleados?
Ahora ya no tendrán pretexto para decir que por la Ley de Comunicación se cierran medios de comunicación. Los Pelagatos, Hijos Bobos y toda la Mafia Mediática ya no tiene cómo justificar y ocultar su vergüenza sacrosanta para justificar el perjuicio a decenas de personas que no solo son despedidas, sino que a las que ya salieron no les pagan sus liquidaciones y tampoco los aportes al seguro social.
Ahora es normal que no paguen, que violen la ley y el Ministerio de Trabajo calle. Tal cual pasa con los trabajadores del extinto diario HOY, con los empleados de Gamavisión y algunos más del desaparecido Canal UNO. Lamentablemente son los trabajadores, periodistas y empleados que acolitaron a sus patrones con el periodismo anticorreísta porque creían que con eso garantizaban sus derechos. Y ahora son ellos los que apelan a las “leyes correístas” y a los derechos laborales para que se cumplan con los suyo propios.
Todo esto solo demuestra la perversidad con la que actúa la derecha y la prensa neoliberal. Ni un solo comunicado de la Asociación de Canales, ni de la de los Periódicos y mucho menos de la de Radio, que para atacar la Ley de Comunicación (que garantizaba derechos de los periodistas) en cambio eran a diario, en páginas enteras y en programas especiales a cualquier momento.
Solo nos queda una última pregunta: ¿Dónde están esas élites quiteñas que tanto defendían la existencia de un diario capitalino para defender sus supuestos valores democráticos y liberales? No, no están porque ya no van a gastar plata si para eso tienen y financian trolls y grupos de ataque mediático con otras herramientas, incluso más perversas. PUNTO