Oviedo cuestiona el gatopardismo en la Iglesia Católica. «El Papa Francisco dice que quiere cambiar todo, pero para que nadie cambie», reflexiona.
Sara Oviedo, activista de derechos de la infancia y ex relatora del Comité de Derechos del Niño de la ONU, ha tenido una labor destacada al exponer los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia Católica y la falta de acción frente a estas denuncias.
Durante su gestión, la Santa Sede fue evaluada ante el Comité, un hecho que marca uno de los pocos precedentes en los que la Iglesia Católica ha sido cuestionada a nivel internacional por su rol en la protección de menores.
Oviedo señala la resistencia de la sociedad ecuatoriana a hablar sobre estos temas.
En el reciente Congreso Eucarístico en Quito, ella y otros activistas realizaron un plantón frente al evento, donde entregaban volantes informativos. La reacción de los asistentes fue en gran medida hostil: muchos rechazaron el material y respondieron con enojo, aludiendo que los abusos ocurren en todos los ámbitos, no solo en el clerical.
“Muchos temen escuchar”, afirmó Oviedo, resaltando la barrera social y religiosa que existe para denunciar estos crímenes.
El caso del cura Cordero
Sara Oviedo también recordó el caso emblemático del cura Cordero en Cuenca, acusado por Jorge Palacios de abusarlo sexualmente durante una década. Palacios comenzó sus denuncias en 2010, aunque su caso solo ganó visibilidad en 2018.
La activista destacó que este sacerdote tenía acceso a escuelas donde trabajaba con niños de escasos recursos, lo que sugiere la posibilidad de múltiples víctimas más allá de las que han denunciado.
Encubrimiento y manipulación religiosa
Oviedo criticó fuertemente la postura de la Iglesia en Ecuador y a nivel global, señalando el encubrimiento sistemático de estos abusos. Subrayó que, hasta hace poco, la misma Iglesia tenía una normativa interna que prohibía a obispos y superiores informar sobre estos casos a la justicia civil.
A pesar de que el Papa Francisco supuestamente derogó esta normativa, Oviedo considera que la Iglesia sigue operando bajo la misma cultura de silencio y encubrimiento, limitándose a “pedir disculpas y decir que ya se han confesado”, cuando en realidad se trata de delitos graves que deberían ser juzgados legalmente, no solo considerados como “pecados”.
Responsabilidad de la Iglesia y del Estado
Además del encubrimiento clerical, Oviedo destaca la responsabilidad de los Estados, especialmente en América Latina, que han guardado silencio o no han actuado frente a estos abusos.
Según Oviedo, la falta de respuesta de las autoridades civiles es igualmente alarmante, ya que los niños y niñas afectados no tienen un sistema de justicia al cual acudir en busca de protección o reparación.
La impunidad de los clérigos
La activista también destacó otros casos que ilustran esta situación, como el de José Luis Sánchez en Cuenca, quien, tras años de abusos, fue descrito por la Iglesia como alguien que “cometió un pecado”, sin recibir una sanción acorde con la gravedad de los delitos.
Para Oviedo, estos casos reflejan un “gatopardismo” en la Iglesia Católica. Para ella no son suficientes las declaraciones que ha tenido el Papa Francisco sobre los casos que se han destapado a nivel mundial.
“Dicen que quieren cambiar, pero al final nada cambia”.
La activista insta a que la sociedad y las autoridades se enfrenten a estos problemas de manera abierta, dando un apoyo real a las víctimas y rompiendo con el ciclo de encubrimiento y manipulación que perpetúa la impunidad.
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