Editorial de Radio Pichincha
Los fanáticos de Guillermo Lasso no son precisamente aquellos que ven en él al estadista o al mandatario que imaginaban o habían soñado. Saben, todos ellos, que con él sus negocios y sus afanes totalitarios son posibles, incluso por fuera de los marcos democráticos.
Y por todo ello; ahora, se han plantado en desprestigiar a la esencia de la democracia: la independencia de los poderes del Estado, el respeto a las instituciones y el cumplimiento estricto de las obligaciones democráticas de sus representantes. Por eso ahora confunden juicio político con golpismo y fiscalización con desestabilización.
Para ello cuentan con unos sicarios de tinta, unos medios muy bien aceitados y un sinnúmero de acciones de desprestigio y hostigamiento a quienes han propuesto investigar a fondo del caso El Gran Padrino y todo lo que él acarrea.
Es más, cuentan con unas billeteras que financian granjas de trolls, bots, cuentas en redes sociales y personajes oscuros que se han desatado este último fin de semana denigrando a las mujeres asambleístas y a los mismos acápites de la Constitución.
Y lo han hecho porque saben que el proceso de fiscalización más importante de los últimos tiempos esta semana tendrá una definición o, al menos, un paso clave. Pero no hay que confiarse del todo, hay una tensión y un afán bastante claro por interrumpir lo que en las democracias maduras sería normal y hasta necesario.
Por más que intenten desprestigiar a la misma democracia, queda claro que solo con el baño de verdad del que estamos hablando varios días se podría dejar en claro las responsabilidades concretas de quienes están señalados en todos los informes como en las investigaciones periodísticas.
Esperemos que prime la sensatez y la transparencia. Sino es así, ya sabemos qué lugar ocuparán en el basurero de la historia, así como aquel expresidente que ahora desde Asunción en Paraguay se declara perseguido por la Fiscalía que él mismo colocó para la persecución a decenas de personas. PUNTO