Editorial de Radio Pichincha
El caso Singue fue una punta de lanza del llamado LawFare en Ecuador, cuando allá, por los inicios de 2019 la arremetida mediática, política y judicial apuntalaba contra los líderes de la Revolución Ciudadana.
A los operadores políticos, como Pablo Celi o Diana Salazar, no les importó nada. Tenían todo el aparato estatal a su favor y la legitimación que le daban los medios con sus mentiras, exageraciones y acusaciones sin fundamento.
La sentencia de 8 años contra Jorge Glas, en particular, fue celebrada como una victoria de la supuesta justicia, pero no pasó mucho tiempo y el arbitraje internacional demostró que el contrato petrolero del campo Singue se otorgó por licitación y dejó ganancias extraordinarias al Ecuador, al igual que empleo, lo que Lenín Moreno y ahora Guillermo Lasso pueden hacer.
Queda claro, a la luz de la decisión de anular la sentencia, que el proceso penal fue impulsado por intereses políticos y personales. Y eso no quedará impune. Vendrán acciones contra quienes impulsaron este despropósito político y judicial.
Con los daños ocasionados contras las familias, contra la misma justicia, contra la ética pública y, sobre todo, contra la institucionalidad democrática, no habrá forma de reparar de manera integral. Incluso, se le ha hecho mucho daño al país en el exterior. ¿Quién quiere invertir cuando por la venganza y el odio se persiguen a empresas y a personas que se juegan su fortuna al buscar sociedades lucrativas para las dos partes?
En la práctica nos hemos convertido en el país de la difamación, de la diatriba y del odio político. Y esto tiene un origen y unos actores bien identificados. EMPEZANDO POR MORENO Y TERMINANDO EN VILLAVICENCIO, HEMOS SIDO TESTIGOS DE UN MODO MORBOSO Y PERVERSO DE INSTALAR MENTIRAS CON TOTAL DESCARO, infamias con toda impunidad y un conjunto de valores en descrédito que se aplauden desde los medios, incluso de juristas que avergüenzan a su profesión y a la cátedra universitaria.
Ya pasó en Brasil con Lula y ya vemos dónde está ahora. Siguen con la vicepresidenta Cristina Fernández, incluso con tentativas de asesinato, pero su popularidad crece. Ya no han tenido vergüenza en atacar por todos los medios posibles al presidente peruano Pedro Castillo y se sostiene con el apoyo popular.
Mientras los medios amplifiquen mentiras y no hagan su oficio con responsabilidad, esto no se acabará. Por eso hackean nuestras cuentas y nuestras páginas. NO DESEAN EL CONTRASTE NI EL PERIODISMO APEGADO A LAS MEJORES PRÁCTICAS. Nada de lo dicho y hecho en el caso Singue habría prosperado si los amigos de Villavicencio en Ecuavisa, Teleamazonas, El Universo, El Comercio, Expreso y en los llamados medios públicos del gobierno actual, no habrían puesto en escena la verdad, el contexto y la verificación de todo lo instalado en falsos documentos y en interpretaciones maliciosas.
Hoy la justicia ha dado muestras de actuar con responsabilidad, pero falta mucho. Hay decenas de juicios forjados y sentencias apresuradas. Esto se tiene que acabar para iniciar un largo camino de reconciliación y paz democrática para unirnos en otros propósitos como atenuar la violencia y la pobreza. PUNTO