Editorial de Radio Pichincha
Ya parecería normal que un periodista, por más antiguo que sea, insulte, mienta, tergiverse y haga uso del micrófono como una herramienta para odiar y verter veneno. Y como se había naturalizado ese modo de hacer periodismo -si a eso le podemos llamar periodismo- entonces parecería que así debía ser por siempre.
Incluso, esa tarea supuestamente periodística se convirtió también en el modelo que quisieron seguir los estudiantes de las facultades de comunicación. A esos periodistas odiadores invitaban a esas facultades y les permitían decir cosas como que el entrevistador tiene el derecho a decir lo que sea al entrevistado y porque eso era un derecho a la libertad de expresión.
En esos auditorios, lamentablemente, festejaban esas expresiones de odio, cargadas de una animadversión, con cero periodismo del real, de aquel que confirma, verifica e investiga antes de lanzar un comentario. La pedagogía era: “digan lo que les da la gana y con eso ganarán audiencia, se harán famosos y por lo tanto la gente los adorará”.
Estos días, por una denuncia y reclamos por el comportamiento poco ético del periodista que obtuvo su título en la dictadura de los años 70, el señor Jorge Ortiz, una de las organizaciones de la ONU, la Unicef retiró su publicidad de su programa. La decisión -un poco tardía- se lee como un castigo a ese modo de hacer periodismo.
El periodista Orlando Pérez lo había denunciado en uno de sus tuits, pero la Mafia Mediática, los llamados grandes medios no se hicieron eco de algo que en otro momento habría sido una tendencia en redes sociales. Ayer, ante el pedido del mismo periodista, la Unicef hizo público ese comunicado para oficializar el retiro de la publicidad y destacar que no comparte las opiniones de dicho programa, porque, en otras palabras, no es partidaria de esas expresiones de odio.
Ahora, solo con el comunicado se entiende que el asunto se estuvo negociando estos días, para evitar el escándalo. Más allá de eso, queda claro que ha ganado terreno el criterio de que no se puede hacer periodismo para envenenar las conciencia, injuriar impunemente, al punto que se han levantado acusaciones y hasta asesinar la reputación de determinadas personas, como si no tuviera ningún efecto.
Por supuesto, Jorge Ortiz no es el único. Él, como otros, trabajaron arduamente para que don Guillermo Lasso llegara al poder. Le etiquetaron como demócrata, como estadista y otros oropeles que ahora están oxidados. Incluso, otro dijo en Ecuavisa que después del triunfo electoral de don Guillermo Ecuador era otro país, un mejor país. Y ya sabemos a qué se refería. Y no estaría demás que todo aquello que dijeron e hicieron, jamás fue GRATIS.
Hoy se ha sentado un precedente importante. Y lo hace una organización de las Naciones Unidas, que nadie se atrevería a calificar de correísta o algo por el estilo. PUNTO