Editorial de Radio Pichincha
No sorprende, estaba en el libreto político y económico, no del Gobierno, no en el plan de campaña, sino en el del Fondo Monetario Internacional.
Si hubiese estado en el plan de gobierno de Daniel Noboa o en el de Guillermo Lasso o en el de Lenín Moreno, seguramente no habrían sido elegidos. Por eso, esos tres candidatos, y luego mandatarios, mintieron en campaña; engañaron a sus electores y al país en general. Ninguno de ellos advirtió que su gestión económica estaría supeditada a los dictados del FMI.
Pero como además contamos con un electorado crédulo, que se deja engañar por unos zapatos rojos o un muñeco de cartón, hoy tenemos lo que tenemos. Es decir, unos planes económicos que ante todo aseguran a los tenedores de bonos y a los grandes beneficiarios de las medidas de ajuste y del llamado “austericidio”.
Desde este fin de semana tenemos incremento de combustibles, que para la retórica oficialista es un ajuste de precios, nada más. Y ese incremento significa, según los voceros, un ahorro para el fisco, pues ya no se gastaría en los subsidios. Pero lo que no dicen es que ese supuesto ahorra significa un encarecimiento total de la vida de la mayoría de los ecuatorianos y ecuatorianas. Por más esfuerzos que hagan oficiosos y esos amanuenses del periodismo por justificar lo injustificable, ese incremento es para pagar la deuda externa, para que el FMI nos siga dando créditos y quedar endeudas hasta el infinito.
Que a nadie se le ocurra pensar que ese supuesto ahorro significará mejores hospitales, más escuelas o becas. No, eso no va a pasar, como nunca pasó con el incremento del IVA que aparentemente serviría para ayudar a combatir la violencia criminal.
PERO ALGO QUE DEBE QUEDAR MUY CLARO: este es el primer incremento, vendrán otros y otros más en los próximos meses. Y, por si fuera poco, el FMI exige que el Estado reduzca considerablemente las inversiones, para supuestamente, ahorrar dinero y con ello evitar que se enojen los fondomonetaristas. En otras palabras: ya no habrá carreteras nuevas, ni nuevas hidroeléctricas, nada de nada. Así como si nada.
Nos han engañado. Nos han mentido. Y con todo eso seremos un “país de maravillas”. Imagínense que le aplicaran el mismo recetario a un país como EE.UU. o a Inglaterra. Allá habría protestas y seguramente el parlamento se paralizaría pidiendo la salida del primer ministro inglés, solo por mencionar un caso.
Pero estamos en el país que se come todos los cuentos, que se encanta con los escandalillos de faldas, de farras, del himno nacional, etc. Y lo importante, la vida de la gente, queda de lado. PUNTO