Las elecciones en Kenia del 8 de agosto fueron anuladas por el Tribunal Supremo del país africano, alegando “irregularidades” en el proceso eleccionario. El presidente Uhuru Kenyatta, quien se había impuesto en las elecciones anuladas, deberá volver a ganar el 17 de octubre para confirmar su reelección.
La Comisión Electoral, además de designar la fecha, explicó que solo podrán presentarse en estas elecciones, el actual presidente y quien encabezara el pedido de nulidad, el líder de la oposición, Raila Odinga. Con lo cual, la elección se convierte en un inesperado ballotage.
La Comisión también solicitó al Tribunal Supremo que emita la sentencia completa del fallo, de manera de poder subsanar las irregularidades que puedan haber ocurrido, para garantizar unos comicios más transparentes.
El Supremo alega que los resultados recibieron un ataque informático que puede haber afectado los resultados definitivos.
En el ataque, se habría utilizado la identidad del jefe de telecomunicaciones de la Comisión, asesinado diez días antes de las elecciones, para introducir un algoritmo que generara una ventaja constante de unos once puntos en favor de Kenyatta.
Lo extraño es que las elecciones fueron avaladas por las misiones internacionales de observación, entre las que estaban las de la Unión Europea o la de los Estados Unidos.
Si bien Kenyatta acata la decisión del Supremo, sus palabras demuestran amargura, “seis jueces han decidido ir en contra de la voluntad del pueblo”, y llamó a la paz en la nación, ya que tras los resultados se habían registrado violentos enfrentamientos entre los partidarios del presidente y de su oponente.