Editorial de Radio Pichincha
Los cálculos que hacen muchos, en encuestas y sondeos, dejan de lado un estado de ánimo de la población. Y no siendo menor, es un factor clave para entender más allá de las encuestas lo que viven los 18 millones de ecuatorianos (a pesar del censo fallido de don Guillermo).
¿En qué estado de ánimo nos encontramos? Jamás en el que describió el presidente saliente en la ONU y en las entrevistas que ha dado a medios bastante desinformados de lo que pasa en Ecuador. Nunca el que describen los supuestos analistas de la Mafia Mediática. Es decir, no estamos llenos de esperanza, no confiamos en nadie, creemos menos que nunca en las instituciones llamadas a darnos seguridad y protección.
Claro, resulta insultante que don Guillermo diga a un medio que el 90% de la población cree que estamos más seguros y que no hay motivos para cortarse las venas o para irse por el desierto del Darién a buscar mejores días. Aunque ya no sorprende, parecería que este vecino de Carondelet nos crea idiotas o gente con las capacidades limitadas.
LO DE FONDO: arranca esta campaña electoral con ninguna perspectiva de contento o de confianza. Lastimosamente, además, la campaña sucia de ciertos actores políticos ahonda esta situación. Y no solo intoxica el debate, sino que no permite entender lo que necesita el país de los candidatos finalistas. Se inicia el proselitismo de segunda vuelta y la luz al final del túnel solo parece la de camión que se nos viene encima.
En otras palabras, la segunda vuelta tiene que ser democrática, pacífica y cargada de certezas por parte de los binomios finalistas. Necesitamos sensatez política, en todos los sentidos. Y si eso implica que digan lo que piensan, así como lo hace Verónica Abad, con toda su osadía y hasta maledicencia constitucional, entonces ya sabemos lo que nos espera de ganar ella y su candidato presidencial. Que luego no haya arrepentimientos ni echarle la culpa al otro, a otros, o al mismo de siempre.
Y, por supuesto, ojalá no haya un acto de violencia criminal y hasta terrorista para perjudicar a alguien y cosechar a río revuelto. PUNTO