Punto Noticias. Con la muerte de Fernando Botero, (Medellín, 1932), la pintura latinoamericana se queda con los lienzos blanco en señal de respeto. Botero fue el más grande expositor de la plástica en un país con una amplia tradición en estas artes así como en la música.
Sin duda, como advierte el también artista Manuel Vieira, la clave del arte de Botero está en sus nomenclaturas, en sus lenguajes.
Su obra, destaca el portal RT, se basa la deformación estética de las formas del cuerpo, “los gorditos o gorditas”, como se conocen universalmente fueron su rúbrica indiscutible, pero su obra, claro está trasciende esta dimensión.
Entre sus pinturas, que se exhiben en todo el mundo, se destacan: “Ecce Homo”, “Cabeza de Cristo”, “Mona Lisa a los 12 años”, “La colombiana”, “Concierto campestre”, “Colección los músicos”, “Mujer frente al espejo”, “La carta”, “Celestina”, “La noche” y “Caminar por la colina”.
El presidente Gustavo Petro dedicó un mensaje al «maestro colombiano» en su cuenta de X: «Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono».
A su vez, el expresidente Iván Duque dijo que «Fernando Botero era, sin duda, uno de los artistas más importantes del mundo en la actualidad, y el artista más grande de la historia en nuestro país».
Como todo innovador fue sujeto de críticas. A la luz de expertos, su obra era repetitiva o excesivamente personalista, sin embargo, cabe ver un poco más allá.
Para Manuel Vieira, la clave del pintor está en la representación de lo popular, “donde habita lo sensualidad, la fiesta lo cual lo emparenta con el enorme García Márquez”.
Más allá del espectro figurativo, está la imagenería de un colectivo que se muestra cristalizado en detalles. Botero insertó en la realidad sus globos humanos para fijar momentos de la memoria y claro, ese juego, aclara Vieira, “surge lo infantil, lo cotidiano y lo barrial”. En todo caso y haciendo caso a lo coyuntural, Colombia y la Región pierden otro pincel prodigioso, quizás el más universal.