Por Leonardo Parrini
Chile denomina a su efeméride independentista del 18 de septiembre de 1810, Fiestas Patrias. Y le asiste la razón histórica porque toda Independencia de un pueblo es motivo de fiesta. No obstante, de todas las historias de la historia, las más mítica es la de Chile. En estricto rigor, la Independencia de Chile se concretó el 12 de febrero de 1818. Lo que en realidad se celebra en Fiestas Patrias es la Primera Junta Nacional de Gobierno.
La necesidad de una forma de gobierno provisoria que seguía mostrando lealtad al rey Fernando VII, condujo a la conformación de la Junta Nacional de Gobierno provisional. Por tanto, el movimiento de 1810 no era separatista, ni mucho menos independentista; no obstante, se promovieron algunas reformas políticas y económicas las que gradualmente condujeron a la ruptura con España. Se recuerda, entonces, el inicio del proceso de independencia de la Corona española y la formación de Chile como un Estado Nación. El 18 de septiembre conmemora la conformación de una Junta de Gobierno en Chile el año 1810, “juntas que, por lo demás, fueron comunes en toda América Latina por esos años como resultado del cautiverio de Fernando VII, Rey de España”, explica Cristián Medina, académico del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián. La Primera Junta Provisional Gubernativa del Reino a nombre de Fernando VII, fue el nombre del cuerpo colegiado formado legalmente para administrar la Capitanía General de Chile y tomar medidas para su propia defensa tras la captura del monarca español por Napoleón Bonaparte.
La Independencia de Chile fue jurada oficialmente un 12 de febrero de 1818, cuya “Acta de Independencia habría sido elaborada y firmada en Concepción, sobre un tambor en las alturas de Los Morrillos de Perales, lugar donde estaban situadas las avanzadas del ejército patriota y desde los cuales se dominaba uno de los accesos de Talcahuano”, confirmada con la Batalla de Maipú el 5 de abril del mismo año, cuando el Ejército Libertador logra aplastar a los realistas, según relata el historiador Medina.
Chile crea posteriormente una República gobernada por criollos, pero no cambia las estructuras políticas y sociales del territorio. Nadie concibió un nuevo país, la Independencia significó el inicio de la ruptura del yugo del colonialismo español para dejar de ser la Capitanía del imperio y dar lugar a una nación gobernada por las oligarquías que surgieron con la Independencia, inamovibles estamentos sociales que se apropiaron del país, preocupadas más de sus negocios que de crear nuevas instituciones nacionales.
¡Aún tenemos Patria ciudadanos!
Las contradicciones en el seno de la nueva clase dirigente se expresaron en constantes enfrentamientos entre el patriota chileno Manuel Rodríguez Erdoiza, abogado, político y guerrillero que ocupó diversos cargos para lograr la Independencia, y el gobernante José Miguel Carrera para quien sirvió como secretario de Hacienda y de Guerra, además de ser su secretario personal. Rodríguez tenía una visión separatista del poder y como Coronel del ejército desempeñó un rol militar insurreccional contra la corona española bajo el lema ¡Aún tenemos Patria, ciudadanos! Esta postura lo llevó a enfrentar la autoridad de Bernardo O’Higgins, Director Supremo, contra quien conspiró y por quien fue apresado y custodiado por soldados siendo asesinado, el 26 de mayo de 1818, de un balazo por la espalda mientras lo trasladaban a la cárcel de Quillota.
Ya hemos dicho que lo más trascendental y lo más terrible ocurre en Chile durante el mes de septiembre. Esta ocasión no es la excepción. Chile conmemora sus Fiestas Patrias con luto en el alma nacional por conmemorar al mismo tiempo 50 años del Golpe militar del 11 de septiembre de 1973. La resonancia de la fiesta patriótica se ve empañada por los afanes de la extrema derecha, sectores conservadores y del mundo militar que lanzaron una dura ofensiva en el marco de los 50 años del golpe de Estado, defendiendo y justificando la acción anticonstitucional de las Fuerzas Armadas, Carabineros, partidos y gremios opositores al Gobierno del Presidente Salvador Allende.
La historia no sucede en vano y muchas veces se repite una vez como tragedia y otra como farsa.
Hoy, que el pueblo chileno brega por una segunda y definitiva Independencia, sus fuerzas progresistas y emancipadoras evocan los nombres y valores patrios. Entre ellos el de Manuel Rodríguez, prócer que luchó por una auténtica independencia nacional. En el periodo de la Reconquista española, Manuel Rodríguez y su labor como guerrillero, espía y principal figura de la resistencia independentista en Chile lo transformó en mito y leyenda popular. Manuel Rodríguez simboliza la rebeldía de los chilenos en la historia del país de cara a la liberación nacional. Prócer popular, dio su nombre a la organización armada del Partido Comunista -Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, que atentara contra Augusto Pinochet en las proximidades de Santiago el 7 de septiembre de 1986.
Esta conmemoración de los 50 años de la asonada militar no se inscribe, por lo demás, sólo en ámbitos institucionales, formales, políticos o de elite. Se inscribe en los territorios, en los barrios y comunas, en el mundo social y popular, en ámbitos académicos y de la cultura, en los sindicatos y organizaciones sociales, en las redes de memoria, en los colectivos de derechos humanos, en los partidos políticos progresistas y de izquierda, en los medios de prensa alternativos y sociales, en todo rincón donde el pueblo exprese soberanamente su reconocimiento al legado de Salvador Allende y su condena al golpe de Estado de 1973. De cara a una segunda Independencia, todo aquello evoca el nombre de Manuel Rodríguez.
Neruda no invoca su nombre en vano:
Señora, dicen que donde,
mi madre, dicen, dijeron,
el agua y el viento dicen
que vieron al guerrillero.
Puede ser un obispo,
puede y no puede,
puede ser sólo el viento
sobre la nieve:
sobre la nieve, sí,
madre, no mires,
que viene galopando
Manuel Rodríguez.
Ya viene el guerrillero
por el estero.
Saliendo de Melipilla,
corriendo por Talagante,
cruzando por San Fernando,
amaneciendo en Pomaire.
Pasando por Rancagua,
por San Rosendo,
por Cauquenes, por Chena,
por Nacimiento:
por Nacimiento, sí,
desde Chiñigüe,
por todas partes viene
Manuel Rodríguez.
Pásale este clavel,
Vamos con él.
Que se apague la guitarra,
que la patria está de duelo.
Nuestra tierra se oscurece.
Mataron al guerrillero.
En Til-Til lo mataron
los asesinos,
su espalda está sangrando
sobre el camino:
sobre el camino, sí.
Quién lo diría,
él, que era nuestra sangre,
nuestra alegría.
La tierra está llorando.
Vamos callando.