Editorial de Radio Pichincha
Sin una planificación y sin recursos será muy difícil que las consecuencias no sean mortales, tanto en vidas como en la economía. Nuestros países vecinos, con sus propios problemas internos, ya están advirtiendo de lo que será el llamado fenómeno del Niño y para ello trabajan, con ciertas dificultades, como es obvio.
En Perú, para variar, el gobierno de la designada Dina Boluarte, está más ocupada en combatir la inseguridad con tropas armadas estadounidenses. Y eso, además de ser una flagrante violación a la soberanía, para nada garantiza que los impactos del fenómeno sean prevenidos o al menos atenuados con armas y soldados gringos.
Pero en Ecuador, don Guillermo ha dicho que ya hay planes, que tiene el dinero y todo lo demás. En su infinita bondad nos está diciendo que no nos preocupemos tanto. Pero, para variar, no es del todo cierto.
La presidenta del Congope, Paola Pabón, en una entrevista con nuestra radio se refirió a la falta de asignación de recursos a los Gobiernos Provinciales del Ecuador y explicó que esto dificulta que puedan enfrentar la temporada invernal y el fenómeno de El Niño. Según explicó la Prefecta de Pichincha, la deuda del Gobierno Central asciende a 426 millones de dólares y eso complicaría en gran manera las obras que pueden ejecutar, a puertas de que el Fenómeno de El Niño golpee al país.
Si vemos bien y escuchamos de nuevo, son 426 millones de dólares. Una deuda así no siendo poca cosa para los gobiernos locales es tanto que de asignarse resolvería muchísimos problemas. Todo eso sin descontar que en la evaluación de las prefecturas, al menos hay 80 puntos críticos en las principales vías del Ecuador. De llegar el invierno esa cifra se podría duplicar o triplicar.
Pero como don Guillermo ya se va, le queda poco tiempo, al menos tendría la bondad de despedirse entregando recursos, asumiendo una responsabilidad por dos años abandonada. Eso debería ser lo obvio. Cualquier presidente lo haría, pero no estamos ante uno cualquiera, sino al que por mucho tiempo mintió, nunca contó con ministros a la altura del cargo y las circunstancias y también se dejó llevar por los medios y periodistas aduladores y odiadores.
Ojalá la sensatez, para salvar vidas humanas, sea la tónica de la gestión gubernamental en los próximos días. Ojalá, en verdad, ojalá. PUNTO