Editorial de Radio Pichincha
No es una tarjeta amarilla y menos una roja. Pero un mandatario con los pies sobre su patria y sobre su propia perspectiva debe entender que cuando cae casi 30 puntos en la aprobación de su gestión, ya es un motivo de preocupación y hasta de corregir para poder gobernar sin contratiempos.
Pero parece que hay algo de soberbia o de arrogancia, dos de esos pecados que en política pasan una factura muy costosa. Ya lo vivimos recién con Guillermo Lasso.
Según la encuestadora Perfiles de Opinión, la calificación positiva del Primer Mandatario disminuyó 27,79 puntos, luego de pasar del 85,47% – en enero- a 57,68%– a mayo de 2024. El estudio fue realizado el 3, 4 y 5 de mayo, en Quito y Guayaquil. Y este es un dato muy importante, pues si se hace encuestas en provincias como Azuay, Manabí, Esmeraldas, Los Ríos o la del mismo mandatario, Santa Elena, seguramente las cifras pueden modificarse hacia abajo.
Con esos encuestados, en esas ciudades, el 30,30% de los consultados respondieron que la imagen de Daniel Noboa Azín es mala; mientras que el 9,39%, la calificó de muy mala. Es decir, la calificación negativa pasó del 11,32% al 39,68%, en cuatro meses. Las cifras de la misma encuestadora establecían que, en noviembre de 2023, el jefe de Estado tenía el 74,38% de calificación positiva. Actualmente, alcanza el 57,68%; es decir, registra una caída de 16,7%.
La pregunta es por qué llegó a esto y las respuestas están a la vista de todos:
1.- No ha cumplido sus promesas de campaña. Todo lo contrario.
2.- La seguridad no se ha mejorado ni con estados de excepción, con emergencias, con la declaratoria del conflicto armado interno y ni con todo el apoyo de EE.UU., por más esfuerzos que haga la ministra del Interior para intentar convencernos de que ahora nos sentimos más seguros.
3.- En desempleo crece y crece. Las cifras oficiales contradicen al propio presidente. Y ese sofisma de que los jóvenes son los más beneficiados de la política de empleo del Gobierno quizá sea un golpe muy profundo en la conciencia nacional, pues eso determina mucho del sentimiento negativo de la población sobre el futuro.
4.- Los escándalos semanales hacen mella en cualquier Gobierno, por más que cuente con un aparato de blindaje en redes y con el apoyo de la Mafia Mediática. Primero que la farra en España, luego la invasión a la embajada mexicana, los cortes de luz, los negocios privados de la familia presidencial en Olón, etc., generan una sospecha que resume esa incapacidad de ocuparse de lo urgente y lo importante para el país en general.
5.- No hay una sola obra, ilusión, proyecto o plan que se conozca para, al menos, pensar que los próximos meses tengamos alguna esperanza de que las cosas cambien. Al contrario, el discurso ofensivo y agresivo reemplaza a ese otro sofisma: “estamos en un nuevo Ecuador”. ¿Cuán nuevo y hasta saludable es todo lo que estamos viviendo en este Ecuador del año 2024?
Así que con todo esto queda en claro algo básico y elemental: ni toda la propaganda ni todo el dinero del mundo pueden tapar algo que ya huele mal. PUNTO