Editorial de Radio Pichincha
Cada semana tenemos dos o tres problemas “gordos” que se anulan con los próximos de la siguiente semana. Solo este mes hemos tenido, desde cifras de empleo falseadas, escándalos de farras y el auge de violencia criminal. Y vamos a terminar marzo con cortes de energía, cero liquidez fiscal para pagar los sueldos del Estado y, lo que ya parecía lejano: un nuevo motín carcelario.
Y así como termina este primer trimestre del 2024, nada ni nadie asegura que los meses venideros tengamos un panorama diferente para mejor. Al contrario, con un IVA al 15% las cosas se empeoran para las clases medias y bajas del modo más dramático.
¿Cómo se supera todo esto que no sea con spots publicitarios y reportajes de la Mafia Mediática? ¿Acaso estamos en condiciones de seguir engañándonos y engañados con unas encuestas y con unos libretos oficialistas de que estamos mejor que hace seis meses?
Sin pretender dar lecciones de nada, menos aún consejos no pedidos, lo único que esperamos de las autoridades del Gobierno, al menos, es que cumplan con sus promesas de campaña, se conduela de una nación hecho trizas y se pongan las prioridades donde deben estar: de lado de la gente más necesitada y no de los caprichos y codicia de los más potentados.
Sin embargo, todo ello parece una ilusión. Bastaría ver y oír los discursos del Presidente, las entrevistas de sus ministros y voceros para entender que no hay una pizca de reconocimiento de lo mal que están haciendo su tarea. Al contrario: cada vez se enfundan el traje de la soberbia y la arrogancia de un poder que siendo transitorio no son las mejores cartas para presentarse ante la Historia.
Y si a eso ahora se suman calificativos peyorativos, como eso de “atrasapueblos” y “conchudos”, entonces en menos de un trimestre se replica la narrativa más perniciosa de Guillermo Lasso. Eso no es poca cosa. Si el banquero fue lo peor que nos pudo pasar, lo elemental sería superarlo, no hacer lo mismo, evitar las chompas, gorras y cascos, como un símbolo de poder para asegurarse en el cargo y no en la gloria.
Qué pena tener que hablar de estas cosas, pero en verdad la realidad se impone y no nos podemos callar. La dura realidad con la que se tendrá que vivir estos días, con precios altos y una desesperanza generalizada nos coloca en esa obligación: decir las cosas por su nombre.
En definitiva: estamos de nuevo en un escenario de crisis múltiple: ECONÓMICA, ENERGÉTICA, DE SEGURIDAD, CLIMÁTICA, JUDICIAL Y POLÍTICA.
No exageramos. PUNTO