Editorial de Radio Pichincha
Cada vez que se hace un operativo en un centro penitenciario tenemos un tuit de don Guillermo. Y en un lenguaje alegórico y bastante festivo celebra el ingreso de las fuerzas policiales y militares. Nos llena de emoción, nos saca lágrimas, nos da una enorme esperanza, una satisfacción indescriptible. Sí, es de una ternura infinita.
Lo mismo nos emociona con el tuit de ayer, donde casi casi nos promete que pasaremos al primer mundo porque ha hablado con el jefe de gobierno español para que todos los ecuatorianos tengamos ingreso libre a Europa. ¡Qué gran noticia! Con la visa Schengen tendremos la felicidad absoluta. Con ella podremos viajar a Venecia, a París, a Berlín, a Lisboa. No habrá lugar del Viejo Continente que no visitemos, pues tenemos todas las condiciones para viajar todo el año, con toda la plata del mundo.
Es que don Guillermo es de una generosidad absoluta. Se ha tomado unos minutos de su valioso tiempo para hablar con Pedro Sánchez, ¡NADA MÁS NI NADA MENOS!, que para pedirle que nos den visado abierto e ilimitado. No cabe duda de que va a cumplir con su oferta de “más Ecuador en el mundo”. Ahora ya no tendremos que ir a EE. UU., como los 280 mil que se fueron desde el año pasado. No, ya es muy difícil y aburrido estar en ese gran país. Ahora ya tendremos la ilusión de ir a las “Europas”. Gracias don Guillermo.
Pero volvamos a los operativos carcelarios. Con cada tuit anunciándonos la incursión armada nos vende la idea escondida que ya se acabarán los motines, las masacres y los bombazos. Cree don Guillermo, en su infinita sabiduría, que esas acciones espectaculares nos darán mejores condiciones de vida, que desde el siguiente día tendremos paz, dicha y felicidad. Pero no es así, por más tontos que nos crea.
Resulta que cada semana hay acciones armadas en las cárceles. Incluso, nos llegaron a abofetear con fotos de decenas o centenas de presos, casi lluchos, botados contra el suelo, humillándolos, con el único objetivo de hacernos creer que hacen algo bueno y por tanto digno de aplauso. Tanta fue la osadía que hasta a Fito lo sacaron “en pelotas”, como ejemplo de un castigo pedagógico, como si con eso ya se detuviera la violencia criminal. Pero ya Fito está de vuelta en su celda. ¿Gracias a la infinita sabiduría de don Guillermo? A lo mejor a la desfachatez del capi Zapata, nomás.
Todo es como si en el barrio hubiese una cantina y todas las semanas la Policía llega y la clausura por el escándalo que arma cada noche. Pero al siguiente día se abre de nuevo y vuelve el escándalo. El barrio pone de nuevo la denuncia, vuelve la Policía, cierra la cantina y al otro día se abre nuevamente.
¿Qué tiene esa cantina que nunca se cierra definitivamente? Póngase usted a pensar y saque sus conclusiones.
Solo cabe una pregunta de fondo: ¿Por qué tras operativo en las cárceles no se soluciona lo de fondo? Dejemos ahí la duda para otra ocasión. PUNTO