Editorial de Radio Pichincha
El cuñado del expresidente no era ministro. Al menos no ocupaba ningún cargo público. Por tanto, las acusaciones que pesan sobre él tienen relación, no precisamente porque tenía una función específica en el Gobierno, sino porque era el pariente más allegado de Guillermo Lasso.
Ahora está acusado por la Fiscalía General del Estado en el llamado “Caso Encuentro”, después que emitió un dictamen acusatorio contra siete de los diez procesados el delito de delincuencia organizada en las empresas públicas.
A parte de Carrera, también se acusó a Hernán Luque, extitular de la Empresa Coordinadora de Empresas Públicas (EMCO), sobre quien pesa un proceso de extradición desde Argentina. También está acusado Antonio Icaza, exgerente de la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL); Karen Cornejo, Ericka Farías, Leonardo Cortázar y Gabriel Massuh. Todos ellos, de una u otra manera, fueron activos en el apoyo y en la gestión del gobierno del banquero. Y ninguno seguramente habría hecho lo que se investiga sin conocimiento o, al menos, referencia del exmandatario de derecha.
Por supuesto, la acusación de la fiscal del caso tiene ese tono que augura un veredicto por debajo de lo esperado. Óigase bien lo que dice de Carrera: se lo acusa de “aprovecharse del parentesco para obtener contratos a cambio de beneficios económicos”. Según la Fiscalía, el cuñado usó a Luque para armar una estructura de captación de estos contratos en las empresas públicas
¿Ahora ya desapareció la figura del “influjo síquico”? ¿Carrera era tan, pero tan influyente que no le hizo falta la venia o consentimiento del jefe de Luque y del “combo” de hombres y mujeres de confianza en las instituciones clave de los negocios estatales? ¿No fue Luque, por muchos años, el vicepresidente del Banco Guayaquil, propiedad de Lasso y su familia y del propio Carrera?
Pero, además, ya que están de moda las publicaciones y revelaciones de las conversaciones de WhatsApp, sorprende que el teléfono de Carrera no sea una evidencia, una prueba o un escándalo.
Seguramente ahí habrá muchas conversaciones entre los cuñados, por tanto eso quedará en el olvido o habrá que esperar a que tengamos una justicia verdadera para que salgan a la luz todas esas conversaciones. Claro, cuando les conviene revelan los mensajes de los celulares, pero el de Fernando Villavicencio, el de Danilo Carrera o el de Rubén Cherres nunca serán motivo de “explotación” y menos de difusión entre la Mafia Mediática.
No cabe duda de que el rol de la Fiscalía, por más popularidad que ahora adquiera por los casos dirigidos y escogidos para la propaganda política, deja dudas de la eficacia y de la “imparcialidad” de su trabajo. ¡Qué duro debe ser para esa institución y sus representantes llamar a declarar a Lasso! ¿O nos sorprenderá un día publicando todas las conversaciones y las implicaciones del expresidente, despedido del cargo por la Muerte Cruzada, para que sepamos INTEGRAMENTE lo que significa una relación tan estrecha con su cuñado y todo lo que usufructuaron de las empresas públicas, donde pusieron a sus hombres de confianza en sus negocios privados? Ojalá.
Pero este caso tendrá el resultado menos escandaloso porque ha tocado a grupos económicos y políticos que han sostenido el Lawfare de estos años. PUNTO