Editorial de Radio Pichincha
Alguien podría definir si se trata de un mal, una enfermedad, un síndrome o algo parecido a aquella situación en la que alguien sabe que está fuera de escena, no tiene más que hacer o está de retirada y actúan como si no hubiese pasado nada. Tal como le pasa ahora a don Guillermo tras la muerte cruzada.
Salvando las distancias, parecería que tiene el mismo efecto sicológico que causa en las personas la amputación de un brazo o una mano. Ahí ocurre un proceso traumático, con ciertas características y notables efectos en el comportamiento de esa persona con una extremidad amputada. Entonces, empieza la negación. No se acepta, se resiste a asumir la ausencia, la carencia o la imposibilidad. Luego llega la rabia, con algunos casos de violencia, de echar la culpa de todo a los otros, para situarse como víctima y esperar conmiseración. Casi después de superar ese estado llega la depresión, consecuencia de toda rabia, donde hay momentos de angustia donde se refugian en la soledad y miran hacia el futuro sin salida. Y por último llega la aceptación, la fase más dura y prolongada ya para asumir nuevas dinámicas y relaciones.
Pues parece que don Guillermo no ha salido de la primera fase. O sea, sigue en la negación y como tal cree que va a gobernar dos años más y sigue como si nada.
Por eso ahora nos sorprende que se encuentre elaborando un nuevo decreto-ley con el propósito de proteger las finanzas públicas, según adelantó el ministro de Economía y Finanzas, Pablo Arosemena. Según este señor, el objetivo sería “salvaguardar los recursos estatales y evitar que futuras administraciones puedan disponer de fondos provenientes de entidades como la Seguridad Social o el Banco Central”.
Ohhhh. La gran medida, la noble decisión, la sacrosanta salvación de los recursos estatales. Quién lo hubiera creído de don Guillermo, tan dado a reducir al Estado a su mínima expresión. Ahora lo vemos como el estatista, como el más revolucionario de los estatistas, casi casi como si estuviéramos frente al poderío de la filosofía de las grandes “dictaduras del proletariado”.
Pero como siempre hay que pensar mal, para acertar, en este caso “no hay primera sin segunda”. Y si se escarba un poco, más que una medida de acción inmediata, con resultados efectivos en el corto plazo, a Don Guillermo parece que le preocupa cómo cuidar la plata de sus bancos, de sus amigos financieros o aquellos negocios implementados en estos dos años.
No olvidemos un gran detalle: recientemente, la Corte Constitucional emitió su pronunciamiento sobre los primeros decretos-ley promulgados por don Guillermo durante este periodo excepcional de Gobierno. Aprobó la reforma tributaria, pero rechazó la Ley Reformatoria para la Atracción y Fomento de Inversiones para el Desarrollo Productivo, que se enfocaba en las zonas francas. El argumento fue que no se ajustaba al artículo 148 de la Constitución.
Por lo mismo, irá pensando don Guillermo de qué manera sortea esas argucias y más bien se dedica a preparar maletas y hacer una buena retirada, como para que su “amputación” pase rápido de la rabia y la depresión a la aceptación. PUNTO