Editorial de Radio Pichincha
Por inusual y extraordinario el nuevo momento político, tras la salida de Lasso, da cuenta de dos factores muy subjetivos todavía: hay grandes expectativas y pocas certezas.
Al menos eso dejó entrever el presidente Daniel Noboa. Sus palabras, de un enorme pragmatismo, nos deja con un cierto entusiasmo. Pero más allá de eso, sus palabras dieron cuenta de una ausencia de propuestas concretas y de unas soluciones inmediatas. Salvo por la explícita oferta de mandar una reforma tributaria, todavía quedan las expectativas navegando en el imaginario.
Ahora bien, esto también se sintoniza con el talante del mandatario entrante: corto de palabras, muy conciliador y en búsqueda de consenso, no “hizo olas” y seguramente será así su retórica política.
A diferencia de su predecesor que se fue con tanta fanfarria, llena de lugares comunes y con un desprecio absoluto por los mínimos respetos al nuevo mandatario, Noboa alista una batería de acciones con señales cautas y prudentes.
Entre tanto, también es cierto que hay un ánimo bastante complejo de explicar: ¿importaba más que se fuera Lasso que llegara otro? Al parecer sí, por la conversación digital había un entusiasmo muy marcado por la salida del “peor presidente de la historia” y una rabia porque en su cinismo dejó sentada la tónica de lo que será su actuación futura.
Tras la fanfarria de los rituales políticos y diplomáticos a partir de hoy estamos pendientes de lo que haga y deje de hacer Daniel Noboa. No tiene mucho tiempo, no tiene un aparato político de respaldo, incluso sus allegados en los medios, que apoyaron tanto con tal de que no gane Luisa González, ahora se ven temerosos y hasta tibios para calificar o descalificar cada una de sus actuaciones.
En fin, estamos pendientes, expectantes y desde ya, con todo el ánimo, creemos que al menos terminemos el año sin la herencia directa de Lasso. PUNTO