Guayaquil rebasó a ciudades de Centro América en inseguridad, al cerrar el año vamos a superar las cifras de muertes violentas que no teníamos 5 años atrás, agregó.
Andrés Williams, docente universitario, destacó que en Guayaquil es evidente el abandono del Gobierno y el Municipio, no solo por el nivel de inseguridad sino también por la pobreza, desigualdad, exclusión, marginación y el fenómeno complejo de la violencia que va más allá de enfrentamientos entre bandas criminales por controlar el territorio.
“Hay una falta de empatía y falta cercanía con las necesidades de la gente”.
A criterio del especialista, la ciudad porteña vive en una necro esfera pública donde hay una absoluta desconfianza en las Instituciones y entre los ciudadanos, es decir que ya no hay un punto de entendimiento y se ve al otro como enemigo: “Así se ha construido la realidad que se vive en Guayaquil diariamente”.
Reprochó que el régimen de Guillermo Lasso viva en un mundo paralelo donde se sale a medios de comunicación a asegurar que Ecuador es uno de los mejores destinos turísticos del país, mientras embajadas como las de Estados Unidos o Inglaterra instan a sus ciudadanos a no viajar al país y mucho menos a Guayaquil.
“Guayaquil rebasó a ciudades de Centro América en inseguridad, al cerrar el año vamos a superar las cifras de muertes violentas que no teníamos 5 años atrás, es algo que se les escapó de las manos”.
Manifestó que aunque se insista en discursos vacíos en el marco de las próximas elecciones seccionales, en el Puerto Principal la gente tiene miedo de salir y transitar, porque está asustada: “Es parte de la ola de pánico, cualquiera que sale a la calle siente incertidumbre”.
Explicó que se ha pasado el umbral entre el “ellos y nosotros”, es decir previo a la pandemia la ciudad se diferenciaba por sectores. Ejemplificó con el caso del Guasmo donde la vida no importaba; si se encontraba a un muerto negro, pobre o cholo no era motivo de preocupación para las autoridades, pero ahora aquello se ha trasladado a sectores como Samborondon o Urdesa, lo que ha hecho que el Estado regrese a ver y recurra a la represión y monopolio de la violencia
Para Williams en el país se aplica la economía de la muerte, donde el Estado define a los enemigos internos, como es el caso de las cárceles donde se permite que se aniquilen entre sí, de ahí que las masacres no sean por error o negligencia, sino por una máquina exterminadora donde la omisión es parte de su configuración.
“La economía de la muerte en su máxima expresión son la masacres porque el Estado no gasta balas y equipamiento, de lo que ellos consideran cuerpos desechables”.
Respecto a la supuesta narcopolítica, el analista mencionó que es un discurso para desviar la mirada de lo que realmente ocurre en el país, de ahí que criticó la intervención del presidente de la República, Guillermo Lasso, ante las Naciones Unidas, intentando vincular a sectores progresistas con el narco.