Editorial de Radio Pichincha
Tras palos, piedras dice un dicho que ejemplifica muy bien el momento que vive Guillermo Lasso Mendoza, en calidad de presidente y quien evita, con su mafia mediática, hablar de los escándalos de corrupción.
Por si fuera poco, tras las denuncias desde el 8 de enero, ahora el Barómetro de la Corrupción Ecuador 2022 recogió la percepción de la ciudadanía ecuatoriana sobre entidades públicas y su gestión anticorrupción. Y, para sorpresa de todos, un 73% sostiene que la corrupción aumentó en el país en los últimos 12 meses. Mientras que muy pocas personas, el 7% opina que la corrupción disminuyó en el mismo período de tiempo.
Ya no es Radio Pichincha, ni la verdadera prensa independiente, quienes señalan los casos que empezaron con el mismo arranque del Gobierno, cuando una red de periodistas extranjeros colocó al Primer Mandatario en un caso denominado Pandora Papers. Luego ya hubo una serie de reportes de esta radio sobre el modo que se hacían contratos, las designaciones de personas no autorizadas por la ley para ejercer cargos públicos, como aquellas que tienen cuentas en paraísos fiscales, además de otros tratos bastante oscuros en la gestión gubernamental.
De ahí que no resulte sorpresivo para nosotros que 9 de cada 10 personas en Ecuador consideren que la corrupción es un problema grande en el Gobierno actual. Ese porcentaje corresponde al 93% de ciudadanos y ciudadanas. La cifra coincide con el porcentaje de desconfianza que tiene la ciudadanía en el Gobierno para enfrentar esta problemática.
Y, siendo así, cómo se castiga este comportamiento y los casos que Lasso ha evitado asumir como parte de su equipo y de su direccionamiento en la designación de sus excolaboradores cercanos en el Banco Guayaquil en los cargos más delicados y atractivos para esa corrupción que ahora se destaca.
Es muy difícil pensar que esto sea una mera cifra. Si ya se instaló en el imaginario popular y mayoritario que hay más corrupción en los últimos 12 meses, se entiende también cómo se podría comportar el electorado en relación con la Consulta Popular. Hay varios indicios de que la escandalosa publicidad diciendo que el Gobierno gana esa consulta es un fetiche o un espejismo con más inclinación a tapar lo evidente o lavar la imagen de un régimen en caída acelerada no solo en la popularidad sino en la misma legitimidad.
Si estuviésemos en un régimen parlamentario, al estilo europeo, ya el Presidente debía presentar la dimisión al cargo y la búsqueda de un consenso para su reemplazo que le garantice a la ciudadanía cierta estabilidad y garantías para que se corrijan los graves problemas y se propongan salidas a la grave crisis política, social y económica. PUNTO.