Editorial de Radio Pichincha
Hoy tenemos la oportunidad de cambiar la historia, para bien o para mal. El ejercicio del sufragio es uno de los momentos más simbólicos de la democracia, pero solo es un paso, pues esta elección está precedida de un conjunto de eventos y de contextos que no ayudan a tomar decisiones por fuera del miedo y la incertidumbre.
Hace falta una reflexión doble: una para entender el ejercicio democrático y la otra para confiar en la responsabilidad colectiva. Entender este ejercicio ya deja atrás una campaña no solo violenta, que ya es mucho, sino cargada de banalidades y de candidatos ignorantes, con muy pocas excepciones que no son precisamente los que más lucen en el escenario mediático. Y se trata de una responsabilidad colectiva que debe involucrar a la familia, a los amigos, a los compañeros de trabajo. Por más que nuestro voto sea sensato y reflexivo dependemos también de la voluntad política de los demás.
Hagamos de este día un ritual; por tanto, familiar y solidario, colectivo y patriótico. No dejemos que nos gane la desidia o el odio. Que esa sea la marca de los partidos y candidatos que no tienen propuestas. La empatía para entender el cambio que necesitamos para todos nos puede llevar a decisiones mejor pensadas.
Las autoridades que hoy se elijan también son nuestra responsabilidad. No solo por lo que ocurra hoy sino por lo que dejemos de hacer con lo que ellas no hagan, no cumplan o falten a las elementales normas de la ética y la fe pública.
Y, por supuesto, hay una consulta de por medio que debe obligarnos a pensar más de una vez si damos carta blanca a la distracción para no asumir los problemas de fondo desde la gobernanza y el liderazgo. Ya es hora de imaginar nuevos mecanismos democráticos, participativos y de consulta plena para que no sea la protesta, el paro o la movilización la única herramienta para frenar los abusos y los desatinos del poder.
No está por demás pensar que hoy también quedarán en medio de la decisión popular esos medios y periodistas que han jugado con fuego. Unos para maquillar y lavar la imagen del poder y con eso hacer el peor juego político. Y otros para distraer con desinformación y proselitismo disfrazado de neutralidad para que todo siga igual, para que nada cambie y siempre esté al servicio de los poderes fácticos.
Por lo mismo, desde nuestro espacio periodístico público aspiramos que al terminar la jornada nos podamos congratular de haber tomado la mejor decisión y mañana sea la sensatez colectiva la que haga del voto un aporte significativo para la democracia, ese modelo que requiere constante perfeccionamiento y mucha actuación ciudadana. PUNTO.