Editorial de Radio Pichincha
A pesar de todo el contingente político y mediático puesto a disposición de la desintegración, en Buenos Aires, ayer, se ha podido recuperar un anhelo y una conquista histórica.
Quienes hipotecaron su soberanía por, literalmente, “un plato de lentejas”, no han logrado satisfacer a su amo imperial. Y esto que suena a colonialismo, del más rancio, pues es efectivamente eso: el neocolonialismo plantado en las mentes de quienes desplazaron en el tiempo, con el costo que ello significa, la profundización de un proceso integracionista de nuestras naciones.
NO está por demás decir que perdimos muchísimo. Por ejemplo: durante la pandemia los gobiernos nefastos de Lenin Moreno, Jair Bolsonaro y otros de la región sometieron a sus pueblos a la pérdida inmisericorde de vidas, de seres humanos valiosos, porque se sometieron a lógica del mercado para la consecución de vacunas y de todo tipo de medicinas. De haber existido plenamente la Unasur, se habría comprado en paquete millones de vacunas y de pruebas que habrían aliviado el impacto, de por sí mortal de la pandemia.
Pero no solo eso. La ausencia de una verdadera integración y de una complementariedad entre nuestras naciones habría significado un gran paso para atender con responsabilidad el fenómeno migratorio general. Y solo con ello ya habrían hecho mucho más lo que supuestamente hace EE.UU. desde su lógica excluyente y discriminatoria.
La Unasur fue atacada bajo un libreto muy bien montado desde Washington para tener el control de muchos procesos que se han gestado en el campo militar. ¿O acaso todo lo que hacen para, por ejemplo, la lucha contra el narcotráfico ha significado una reducción de la exportación de drogas al norte?
La agenda del Sur significa, hasta ahora, un punto medular en la configuración del multilateralismo, de la soberanía y de un comercio justo entre todas las naciones del mundo. Pero eso no le gustaba a la embajada estadounidense en Ecuador y por ello “aceitaron” a periodistas y medios para denostar y desprestigiar lo que ha sido una de las mayores conquistas latinoamericanas, de América del Sur en concreto.
Lo ocurrido ayer en Buenos Aires es un aliento de esperanza, ni siquiera para los gobiernos, sino para todos los procesos de los pueblos, en todos sus sentidos. Ojalá recuperemos la sensatez, dejemos de lado las agendas imperiales, para poder recomponer y relanzar lo que estos cinco años ha sido solo pérdida.
Ya son 8 países que se alistan para el relanzamiento. Y si hubiese algo de responsabilidad histórica, Ecuador debería volver a ser la sede, la capital de Sudamérica, que nos llenaría de orgullo y de un sentido latinoamericanista y bolivariano, como parte de nuestra identidad y de nuestra razón de ser en estos tiempos de disputas entre bloques regionales. PUNTO