“Juntas brillamos más”, se lee en el mural del restaurante de las siete hermanas Fuentes, ubicado en el barrio La Armenia, en Nanegalito, dentro del Chocó Andino.
Punto Noticias. Siete trenzas de cabello se entrelazan y se conectan con un terreno fértil, sano. Es el retrato de las siete hermanas Fuentes que está en la pared principal de su restaurante en el barrio La Armenia, de la parroquia Nanegalito, en el Chocó Andino. El mural, lleno de colores, representa la fuerza de las hermanas y su lucha por una autonomía y soberanía alimentaria.
“La mayoría de jóvenes creemos que el futuro está en la ciudad, pero aquí también tenemos opciones. El territorio rural también tiene futuro, desarrollo”, dijo Francia, que prefiere que la llamen Fran.
Con la llegada de la pandemia del COVID-19, su trabajo se enfocó en el trabajando con niños, niñas y adolescentes en la importancia de la soberanía alimentaria. “Saber qué comemos, de dónde viene. Además, entender que el trabajo que se hace en el campo debe ser valorado”, agregó.
Las chuletas fritas, el pollo asado y los vegetales salen de la cocina, que queda junto al resto de mesas en una pequeña casa. “Juntas brillamos más”, se lee en el mural de las siete hermanas.
Siete hermanas que iniciaron su negocio de comida en un modesto carrito en la calle. Un día, decidieron levantar la casa que hoy alberga su restaurante.
🔴 #Atención | Fran Fuentes, desde la pandemia, empezó a trabajar en soberanía alimentaria, por salud física y mental. La minería, dijo, no sólo afecta el ambiente, también el tejido social.
🧵 Hilo 3️⃣⬇️ pic.twitter.com/l67cdLfaNv— Radio Pichincha (@radio_pichincha) July 13, 2023
Las verduras que utilizan en cada uno de sus deliciosos platos (comprobado por quien redacta esta nota, con la añoranza de volver a probar su comida) llegan de su huerto. Lechugas, tomates, col morada.
Morelia Fuentes, que prefiere que la llamen More, lucha por la identidad de su pueblo, de sus ancestras y ancestros. Conformaron un grupo de danza y sus primeras coreografías eran de otras partes del país. En esta búsqueda por la autonomía, identidad y rescate de su cultura, investigaron a fondo sobre las prácticas dancísticas del pueblo Yumbo, que ocupo gran parte de la zona del Chocó Andino.
Desde entonces, estudian los relatos de sus abuelos y abuelas para armar un libreto y presentar, en cada coreografía, parte de su territorio.
Un territorio que ahora está afectado por la minería ilegal. El Chocó Andino tiene una biodiversidad comparada con el Yasuní o las Islas Galápagos. Fue declarado por la Unesco como Reserva de Biosfera. Pero también hay 12 concesiones mineras y seis están en trámite.
Una consulta popular está en marcha para detener el avance de las empresas que, según sus habitantes, traerán destrucción y contaminación a la Mancomunidad del Chocó Andino, integrada por las parroquias de Nono, Calacalí, Nanegal, Nanegalito, Gualea y Pacto.
Fran tiene claro que, no solo será perjudicial para el ambiente, también para el tejido social. “El Chocó Andino es salud, es vida y no podemos renunciar así nada más a nuestro territorio”, afirmó.