Editorial de Radio Pichincha
Somos ya el cuarto país más endeudado con el Fondo Monetario Internacional. Y si eso fuese un buen punto a favor de la economía, como presume el ministro de Economía, la realidad dice todo lo contrario.
Ahora se anuncia un nuevo préstamo de mil millones de dólares, supuestamente para atender los efectos del invierno. Si fuese así, estaría bien. Al menos en los papeles debería constar que cada dólar prestado servirá para reconstruir carreteras, construir viviendas para las centenas de familias afectadas, además de trabajos de reparación y prevención, que se debieron hacer en los últimos dos años.
Mil millones es mucha plata. Pero en relación con la reserva monetaria depositada en Ginebra es apenas el 10%. Y las reservas no son precisamente para que se pudran los billetes en unas bóvedas. Son para emergencias de este tipo. Sin ser expertos, pero si en un hogar el padre de familia tiene en su cuenta de ahorros mil dólares y se cae el techo de la cocina, jamás ese jefe de hogar pediría prestado a un banco unos cien dolaritos para reparar una parte del techo. Sin pensarlo dos veces sacaría del banco esa suma y arreglaría de inmediato.
Pero los banqueros no piensan con el sentido común del interés colectivo. Están convencidos de que mientras más plata ahorrada, mientras menos se gaste, mejor es el posicionamiento de la institución. Pero Ecuador ni es un banco ni los ciudadanos son accionistas de esa entidad. ¿Cuán difícil es entender esto?
Y, por si fuera poco, a la urgencia de pedir préstamos le salta otra evidencia: por perdones tributarios, de grandes empresas y de grandes fortunas, el fisco ha dejado de percibir por encima de cinco mil millones de dólares. Es decir, hay familias y empresarios que se están “ahorrando” mucha plata por no pagar impuestos que sí pagamos la clase media y las pequeñas y medianas empresas.
En otras palabras, en este país hay mucha plata, pero no para el Estado, no para lo importante y lo urgente. Hay plata en el exterior, pero tenemos que buscar al FMI para que nos salve de lo que se pudo prevenir y atender con plata propia. Así nomás estamos, bien jodidos porque los banqueros que nos gobiernan tienen que quedar bien con quienes les hicieron pensar que gobernar un país como Ecuador era cuestión de endeudarse. PUNTO