Editorial de Radio Pichincha
Se veía venir. Y en tal sentido nadie podría sorprenderse. El rol asignado a la vicepresidenta Verónica Abad oculta muchas cosas y requiere de explicaciones de parte del Primer Mandatario, Daniel Noboa.
Es obvio que en la campaña electoral nunca se les vio compartiendo tarima o actos importantes, ni siquiera cuando pasaron a segunda vuelta y menos cuando ganaron las presidenciales del 15 de octubre. Y para muchos eso fue un detalle menor. Claro, se trataba de un binomio por el cual votaron los anticorreístas y le hicieron barra. La diferencia es que cuando surge alguna divergencia en la Revolución Ciudadana, cuando uno de sus prefectos o alcaldes no va a la Convención, entonces se dice de todo. Pero tratándose de los dos mandatarios electos eso parecería un asunto de poca monta.
La pregunta de fondo es: ¿POR QUÉ ESCOGIÓ NOBOA A ABAD SI NO SINTONIZABAN Y ESTABAN EN UNA FRANCA DISCORDIA?
Hoy esa pregunta no puede quedar colgada. No son ya dos candidatos sin opciones, menos aún personajes de una obra de teatro o de un programa de farándula. Desde el 23 de noviembre dirigen los destinos de la Nación y como tal nos deben transparencia y hasta explicaciones por cada uno de sus actos. Lo que hagan o dejen de hacer afecta a la administración del Estado y al ejercicio democrático del país.
Podrían decirnos: “SUS RAZONES TENDRÁN”. Si, pero ya no solo es algo privado o una disputa personal con tintes íntimos o particulares. Eso no se soluciona con el silencio o dejando que los rumores se expandan.
Que Noboa mande a Abad a Tel-Aviv para ayudar a la solución del conflicto generado por los israelitas en absoluto genocidio con los palestinos no es una justificación ni tiene un sentido práctico. Solo se puede entender como que la quiere tener muy lejos, sin equipo, sin rol dentro del país y por lo tanto ajena de toda la dinámica de un aparato político que ganó las elecciones. Mientras más lejos, mejor, parecería que es el mensaje.
Y como de los dos mandatarios no hay una sola explicación, salvo un tuit de Abad que denuncia violencia política sin más ni más, entonces tendremos que quedarnos con las versiones, rumores e insinuaciones que hacen personas allegadas o esos “voluntarios” del chisme que abundan en esos medios que se dicen “libres e independientes”.
Sobre todo, hay interés por saber si ella se queda con el cargo o renuncia en respuesta a la asignación de una tarea nunca antes vista a un Vicepresidente. De hacerlo, para lo que resta del mandato no hay mucho que decir ni hacer. De no hacerlo, queda claro que esa pareja cuando se formó ni siquiera imaginaba que ganaría las elecciones y su inscripción fue un mero trámite para pasar las formalidades y afrontar un juego democrático. PUNTO