Los jubilados están angustiados.El Gobierno de Lasso no ha transferido recursos desde marzo.
Don Panchito, así lo conocen en su barrio, sus amigos y su familia, tiene 92 años. Cada mañana, luego de ponerse su pantalón de casimir, camisa con pañuelo en la solapa, chaleco de lana, una chompa gruesa y zapatos de suela, sale a caminar por el largo pasillo del segundo piso de la casa, que arrienda junto con sus dos hijas, una de ellas casada.
Se sienta frente a la ventana, en un sillón de la sala, ahí suele recibir los rayos de sol, cada mañana. Ya no tiene la misma fuerza de siempre, le duelen los huesos, la cabeza y se queja del frío de las tardes.
Don Panchito añora los días, cuando trabajaba en el Banco Central. Fue bodeguero y en aquella época no había computadoras. Así que siente orgullo de haber instaurado un sistema Kardex para mantener el orden y que las cuentas siempre le cuadren. Por esa razón incluso recibió algunos reconocimientos que fueron fotografiados y que ahora son parte de los recuerdos colgados en la pared, donde también reposa el retrato de su esposa, doña Delita, quien falleció en julio de 2020.
No recibe mucho de su pensión de jubilación mensual, son alrededor de USD 500, pero es un monto demasiado importante, pues tras la pandemia la crisis golpeó la puerta de su casa. Una de sus hijas se vio obligada a cerrar su negocio de comida rápida con el que mantenía su hogar y aunque volvió a abrir un nuevo local, ya no es lo mismo, apenas le alcanza para pagar el arriendo y un poco de medicinas que requiere por su artrosis crónica.
Otra de sus hijas se vio obligada a dejar el trabajo de contadora en una empresa de seguros privados, ya que, tras la muerte de doña Delita, su papá cayó en una depresión profunda. No quería que nadie ajeno lo cuide, se sentía solo y las enfermedades lo golpearon más fuerte, así que ella se quedó en casa con don Panchito, para que no decaiga.
La familia hace lo posible por salir adelante, ajusta el presupuesto cada mes para comida, arriendo, servicios básicos y todos se ayudan entre sí.
Ahora a don Panchito le preocupa la noticia, que escuchó por televisión, el 22 de septiembre. Y es que María de los Ángeles Rodríguez, representante de los empleadores en el Consejo Directivo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), advirtió sobre el alto riesgo de incumplir con el pago a los jubilados y pensionistas.
“¿Qué vamos a hacer si eso pasa? Yo sé que a mi viejita le preocupa lo que podría pasar con nuestras hijas y mis nietos. Si sigo aquí es por ellos”, dice don Panchito con lágrimas en los ojos.
María de los Ángeles Rodríguez indicó que los atrasos son de este año. Y con corte a septiembre de 2023, la deuda del Gobierno con el sistema de pensiones es de aproximadamente USD 1 250 millones.
“Tengo certeza y esperanza que de podamos conversar y busquemos soluciones con el Ministerio de Finanzas”, agregó la vocal del IESS, Rodríguez.
La representante de los empleadores explicó que esta falta de recursos ha obligado al IESS a desinvertir USD 480 millones de su banco, a fin de cubrir las pensiones y el décimo cuarto de la Sierra y Amazonía, de agosto pasado.
Por ello, María de los Ángeles Rodríguez justificó la conformación de la Comisión liderada por Augusto de la Torre a fin de evaluar alternativas que permitan la sostenibilidad del fondo a largo plazo y fortalecer la reserva.
Tal propuesta apunta a incrementar de 30 a 35 los años de trabajo para acceder a la jubilación, así como un reajuste de la edad mínima, cambios en la tabla para calcular la pensión, modificaciones para incentivar la afiliación voluntaria, entre otros.
“El IESS tiene un área actuarial, con técnicos expertos y están analizando propuestas como la de Augusto de La Torre y otras más, pero se analiza una reforma estructural global e integral”, dijo la vocal de los empleadores.
Hasta que se analicen las reformas, es indispensable que el Gobierno de Guillermo Lasso se ponga al día, pues caso contrario, según María de los Ángeles Rodríguez, se deberá desinvertir otros USD 880 millones. Eso sumaría una disminución total de USD 1 511 millones en las reservas del fondo de pensiones en 2023.
Rodríguez indicó que el IESS acarrea problemas desde hace muchos años atrás y lo atribuyó a las rotaciones de los directivos, lo cual no permite dar continuidad a los proyectos que permitan la sostenibilidad.
“El problema del IESS no se solucionará a corto plazo, se necesita tiempo”, advirtió.
En entrevista con FM Mundo, María de los Ángeles Rodríguez reconoció que en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social hay gente a la que no le interesa el progreso de la entidad.
“Hay grandes cosas que se podrían hacer, pero hay gente a la que no le interesa esto, tiene otras agendas y no necesariamente le ponen la importancia que se requiere”, criticó.
Y mientras tanto, los jubilados se angustian
Victoria Olalla de 91 años presiente que algo malo puede pasar si deja de recibir la pensión jubilar que le ayuda a mantenerse y comprar sus medicinas, pues también ha sido golpeada por el desabastecimiento en los hospitales.
“Vivo de lo que me paga el IESS, si deja de pagarme no sabría qué hacer, solo me quedaría esperar la muerte”, dijo.
Ella vive con su hija que también ha sido impactada por la crisis económica. En su casa habitan ocho personas, entre nietos y bisnietos. Se sostienen de una papelería y del trabajo de su yerno que hace de taxista en un vehículo particular. El resto no tiene trabajo fijo, solo algo esporádico y mal pagado.
Victoria se mantiene con un poco más de USD 300 al mes, ese dinero sirve para comprar algunas de sus medicinas que le cuestan alrededor de USD 130 mensuales y también para colaborar en la casa de su hija.
“Quisiera tener fuerzas para salir a lavar ropa, yo mantuve a mis hijos así, solo lavando ropa, pero ya no puedo ni caminar”, manifiesta.
La abuelita recuerda que todo empezó desde antes de la pandemia, siente que el Estado la abandonó, la dejó sin medicinas, sin atención oportuna y ahora le advierte con dejarla sin ingresos.
“De ser así, el Gobierno debería averiguar mi dirección y de una vez enterrarme en una caja de cartón. No voy a tener ni para comer”, reiteró con lágrimas en los ojos, mientras calificó a las gestiones de Lenín Moreno y Guillermo Lasso como indolentes y corruptas.
No solo son los casos de don Panchito o Victoria, hay miles de adultos mayores en Ecuador, que trabajaron durante más de 30 años, para poder acceder a los servicios de la Seguridad Social.
La familia de Victoria incluso pagaba a la empleadora de su madre para que la afilie al Seguro Social porque en aquel entonces no era un derecho para las empleadas domésticas. Así que, para garantizarle una vejez digna, cada mes cancelaban los aportes del empleador y del empleado, lo único que pidieron fue la firma de la contratante.
Hasta el momento el Gobierno no ha dado respuesta a la carta de María de los Ángeles Rodríguez, representante de los empleadores en el Consejo Directivo del IESS y el futuro para los pensionistas y jubilados sigue siendo incierto.
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